Eduardo Morgan Jr.
Carlos Andrés Pérez fue uno de los venezolanos que heredaron el espíritu de Simón Bolívar. Su vida, tal como ha sido resumida en la prensa mundial con motivo de su fallecimiento a los 88 años, fue una lucha constante por la democracia y la libertad en Venezuela y en el resto de América Latina. Panamá es vivo ejemplo de esa lucha al haber recibido su apoyo sustancial y militante en las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter.
Conocí a CAP en mi primer viaje a Venezuela en el verano de 1970. En ese entonces él era el secretario general del Acción Democrática, poderoso partido en oposición. Fue un encuentro breve, en un almuerzo campestre en casa de uno de sus mejores amigos, quien era mi anfitrión en ese mi primer viaje a Caracas.
A las pocas semanas mi amigo me avisa que Carlos Andrés pasará por Panamá rumbo a Costa Rica, a la toma de posesión de don Pepe Figueres programada para el 8 de mayo y me pide que lo atienda en los dos días que estará en Panamá. Esa coyuntura inesperada permitió que pasara dos días inolvidables con un genio de la política y un creyente en la superación del ser humano.
Carlos Andrés contaba con muy buenos amigos en Panamá donde había estado exiliado (entre ellos Carlos Iván Zúñiga y Diógenes de la Rosa). Los dos días los aprovechó para interrogarme a fondo sobre Panamá y sobre el general Omar Torrijos, del cual sabía éramos buenos amigos. Durante un paseo que dimos por el área del Canal –entonces bajo jurisdicción norteamericana– al regresar a la ciudad y mientras descendíamos por el puente de las Américas, bajo uno de esos chaparrones tan comunes en mayo, me hizo la siguiente reflexión: “Mientras la Zona del Canal exista bajo la jurisdicción norteamericana, Panamá no habrá perfeccionado su independencia”. Mi comentario fue darle vehementemente la razón y decirle que la única forma de lograrlo era con la ayuda de los países hermanos.
A los pocos meses, en septiembre u octubre de ese año, me llamó mi amigo y me dijo que Carlos Andrés necesitaba verme en persona, urgentemente, y me rogó que tomase el próximo avión a Caracas. Carlos Andrés me explicó que me quería ver para entregarme una carta para don Pepe Figueres, presidente de Costa Rica, pues se había enterado que se estaban formando guerrillas contra Panamá en suelo costarricense. Me dijo que por su relación con el presidente Figueres habían involucrado su nombre y él quería que don Pepe recibiera una carta personal suya desmintiéndolo. Además, me recalcó que él no gustaba de los regímenes militares, pero que Omar Torrijos le parecía un militar diferente y que a Panamá no le convenía el regreso de Arnulfo Arias al poder.
En un sobre abierto me entregó la carta dirigida a Figueres y al día siguiente regresé a Panamá y le comuniqué a Omar Torrijos las novedades. Le resumí la carta que, en lo medular, desligaba a Carlos Andrés de cualquier acción contra Panamá y le recomendaba hacer lo mismo a don Pepe. Al día siguiente viajé a San José y entregué la carta a don Pepe en un acto que había en el Teatro Nacional. Al leerla me dijo que al día siguiente me mandaría una carta para Torrijos en la cual le expresaba que no permitiría ningún movimiento contra el Gobierno panameño en suelo costarricense.
Mi amistad con Carlos Andrés se fortaleció con los frecuentes viajes que por ese tiempo hacía a Caracas y me correspondió acompañarlo algunas veces durante su primera campaña a la presidencia. Su triunfo fue histórico, ya que rompió todos los récords de votos, a pesar que había partido prácticamente de cero en las encuestas. Su lema fue “El hombre que camina” y lo hizo realidad caminado casi toda Venezuela. Le acompañé el día de la elección en la que resultó triunfante y aproveché para recordarle que había prometido ayudarnos a los panameños a perfeccionar la independencia con la terminación de la presencia norteamericana en la Zona del Canal y en las bases militares. Me contestó tajante: “Ven mañana a mi primera conferencia como Presidente electo y verás que el tema principal de mi política internacional será la desaparición de la anacrónica Zona del Canal”.
Y sí que cumplió Carlos Andrés. Hay que ver su total dedicación a la causa de Panamá, de la cual fue, más que un negociador, un apóstol y para ello organizó el grupo de apoyo que contó con Alfonso López Michelsen (Colombia), Daniel Oduber (Costa Rica) y José López Portillo (México). Sus intervenciones están en la magnífica obra Historias de las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter, de Omar Jaén Suárez y en otros relatos sobre las mismas.
Carlos Andrés Pérez fue un gran venezolano y latinoamericanista a quien le tocó culminar la gesta del Libertador con su invaluable ayuda para la erradicación de la Zona del Canal, última colonia que subsistía en América Continental. Panamá está en deuda con él.
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