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Colombia, la OCDE y el exabrupto galo

Álvaro Tomas, abogado

Ante la imposibilidad de negociar la firma de un tratado para evitar la doble tributación entre Panamá y Colombia, quiero dejar claro que me opongo férreamente a la firma de cualquier acuerdo de intercambio de información fiscal automático con dicho país. Lo ideal sería no firmar nada pero lo realista, en aras de la diplomacia y las relaciones bilaterales,  es que Panamá imponga un modelo de acuerdo de intercambio de información que defienda nuestra plataforma de servicios y sirva de plantilla para el resto de los acuerdos que firmaremos con el país que queramos en un futuro (así como los gringos tienen su modelo FATCA). Siento que la terquedad del gobierno colombiano está perjudicando las relaciones históricas entre dos naciones hermanas. Me opongo a que Colombia llame a Panamá un “paraíso fiscal” y me ofende que incluirnos en su lista negra sea un guiño a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).

El gobierno del Presidente Santos olvida que Panamá ha acogido a sus hermanos colombianos desde hace décadas sin pensarlo dos veces. A lo largo de los conflictos con las guerrillas, la narco mafia y en las situaciones económicas más difíciles, los colombianos de toda clase social, raza y profesión siempre han encontrado un refugio en Panamá. Con la expansión de sus industrias hacia el extranjero, Panamá abrió sus puertas a la inversión colombiana en las industrias de cemento, cervezas, restaurantes de comida rápida, alimentos y más recientemente en la industria bancaria, de seguros y financiera.

Los panameños hemos sido aliados y hermanos en democracia y en la derecha cuando la región se infectaba del populismo salvaje y canceroso de la izquierda. Pero ahora, el gobierno del Presidente Santos está encaprichado en doblegar la soberanía panameña, pisotear nuestro orgullo, violar el derecho internacional público que rige las naciones bajo el supuesto de reducir el déficit fiscal colombiano y complacer a los países europeos, miembros de ese engendro burocrático denominado la OCDE, que buscan convertir a los países latinos en sus adláteres.

No entienden que más allá de afectar nuestras relaciones diplomáticas y comerciales no lograrán su propósito de gravar fondos depositados en el extranjero. Los fondos se moverán a los Estados Unidos, uno de los paraísos fiscales más grandes y menos transparentes del mundo. Los Estados Unidos no acepta el estándar común de intercambio de información automático que “exige” la OCDE y por eso Colombia no recibirá la información que tanto anhelan.

Ante el daño grave a la economía y a la plataforma de servicios de Panamá que podría causarnos el país vecino si insiste en complacer  a la OCDE, yo apoyaría  una demanda a Colombia ante la Organización Mundial de Comercio, que se apliquen medidas de retorsión y además pedir que nos indemnicen los miles de millones de dólares que Panamá ha gastado anualmente en recursos humanos, bélicos y materiales para evitar que las drogas, que Colombia no puede dejar de producir y exportar, entre a nuestras costas. Aún queda tiempo para que el gobierno colombiano reconsidere su error diplomático, histórico  y comercial, y valore lo que nos une como naciones.

Finalmente, el exabrupto del ministro francés de finanzas Michel Sapin al declarar que Francia vigilará el intercambio de información con Panamá, a pesar de que tenemos un tratado para doble imposición firmado y vigente entre ambas naciones, es inaceptable. Ya dan pereza los franceses; su arrogancia, su autoestima exagerada, su insistencia en ser considerados un poder mundial, sus deseos de sentarse en la mesa de los adultos y sus políticas socialistas fracasadas. El ministro galo nos advierte que si Panamá no se acoge al estándar en intercambio de la información fiscal de la OCDE deberá atenerse a las consecuencias. Me imagino que el corajudo de Sapin a los Estados Unidos, que no se acogió y no se acogerá el estándar de intercambio automático de la OCDE, no se atreve a lanzarle las mismas amenazas. Que el 2016 sea venturoso para Uds. y que sea un año en que Panamá se pare bonito ante los ataques de la OCDE y sus cagatintas.

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