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¿Cuánto vale el Canal de Panama?

Eduardo Morgan Jr.

Agosto 2006

En días pasados se hizo público el informe sobre el rendimiento del  Fondo Fiduciario para el Desarrollo, correspondiente al año 2005. De acuerdo con dicho informe el patrimonio del fondo es de B/.1,151,408,927 y este tuvo un rendimiento sobre sus depósitos bancarios a plazo fijo del 3.1668 %, muy superior al correspondiente a agosto 2004 (1.4209%), a lo cual hay que agregar el rendimiento de las inversiones en valores. El dueño de todo este patrimonio, separado de los demás activos del Estado es, por supuesto, el pueblo panameño.

Esa lectura me hizo reflexionar sobre otro activo, también separado por mandato constitucional de los demás activos del Estado: el Canal de Panamá, y entonces me pregunté: ¿Y cuál es el valor de nuestro Canal? Por no ser economista ni financista rehuí los “corto-circuitos” (como los llamaba Torrijos) de las fórmulas muy diversas y complicadas que se utilizan para valorar empresas. Escogí  el camino sencillo de fijar el valor del Canal en función de la cantidad de dinero que tendríamos que depositar en un banco de primera para obtener los rendimientos que el Canal nos produce.

Se calcula que en el año 2007 el Canal aportará al Estado cerca de B/.600 millones.  Podemos decir, entonces, que para obtener este rendimiento debemos tener un depósito (calculado al 4%) de B/.15 mil millones. Esta suma  podría considerarse como el valor actual del Canal.

¿Y cuál será su valor una vez esté en operación el tercer juego de esclusas? Según el Documento de la Ampliación,  en el año 2017 el Canal aportaría al Estado la suma de B/.2 mil millones, por lo que su valor corresponderá entonces a B/.50 mil millones. Pero este no es el valor final de nuestro Canal. Se calcula que en el año 2025, cuando el Canal ampliado esté operando a su máxima capacidad, sus aportes directos al Estado serán de B/.4,200 millones por lo que su valor estaría por el orden de B/.105 mil millones.

No hay que ser un genio de las finanzas ni poseer siquiera título universitario, para darse cuenta de que la propuesta que nos hace la ACP es el mejor negocio que se le ha propuesto al pueblo panameño: Invertir B/.5,200 millones para subir el valor del Canal de 15 mil millones a 50 mil millones, SIN QUE TENGAMOS QUE APORTAR UN SOLO CENTAVO DE ESOS CINCO MIL DOSCIENTOS MILLONES, Y SIN QUE MERMEN LOS DIVIDENDOS QUE NOS DA EL CANAL. Esta es otra forma de decir que el Proyecto es autofinanciable, expresión que en algunos ha causado mucha confusión, quizá por su sencillez.  Por supuesto que la expansión  del Canal necesitará de financiamiento externo, pero ese financiamiento no requerirá que los accionistas, o sea el pueblo panameño, ni el Estado, que es su representante, tengan necesidad de hacer aportes de sus arcas, o de nuevos impuestos, para repagarlo.

La riqueza de Panamá es su posición geográfica y es su gente. El Canal, la Zona Libre y sus Puertos, entre otros muchos, son la forma como aprovechamos esa posición que nos da la geografía.  Pero esto, que podríamos llamar el “hardware”, no nos serviría de nada si no tuviéramos el “software”, o sea, el panameño que le da contenido. Nuestros puertos no sólo son los más importantes en América Latina sino que también  están entre los más eficientes del mundo. La Zona Libre de Colón, antes de los puertos y del Canal panameño, recibía reconocimiento mundial por su importancia para el comercio en este hemisferio. Con el Canal ocurrió algo todavía más impactante. De ser operado por el primer país del mundo como un ejemplo de eficiencia, al pasar a manos panameñas, contra las predicciones pesimistas de muchos, superamos todos los índices de la administración norteamericana y, por ello, Panamá recibe también, elogios y reconocimiento mundial. Gracias a Alberto Alemán Zubieta y a los miles de panameños que ponen su inteligencia y su esfuerzo para operarlo, nuestro país, en todo lo que tiene que ver con el Canal, es un país del primer mundo.

Da gusto leer el documento que contiene la Propuesta de Ampliación. Qué gran responsabilidad ha demostrado la ACP para justificar ante sus clientes y sus accionistas, el pueblo panameño, la necesidad y la conveniencia del tercer juego de esclusas. Es interesante destacar que los usuarios no sólo no han objetado el proyecto sino que lo han alabado. En esa propuesta se responde de antemano a todas las interrogantes y críticas que han hecho algunos compatriotas al proyecto, entre ellas las siguientes:

A)    Que la ampliación no es urgente y hay que analizar a profundidad los estudios para detectar posibles fallas.

La ampliación se está estudiando desde hace más de 60 años. Ésta se inició –por razones militares- en 1939  y se aceleró luego de celebrados los tratados Torrijos-Carter. Por su importancia y amplitud, vale citar, también,  los estudios de la  Comisión Tripartita (EE.UU.-Japón-Panamá), en los años 80.  Los estudios demuestran, sin la menor duda, que el Canal está llegando a su capacidad máxima. No corramos el riesgo de lo ocurrido con el Saneamiento de la Bahía, que empezó a estudiarse hace más de 50 años, y sobre el cual se  han hecho infinidad de estudios, y de estudios sobre los estudios. El Canal no puede esperar porque correríamos el riesgo de perder clientes que podrían escoger otra ruta. Es una vía de navegación internacional de vital importancia y ello conlleva una enorme responsabilidad para nuestro país.

B)     Que los beneficios del Canal no llegan al pueblo panameño y que hay que obligar al Gobierno a crear fideicomisos separados para salud, educación, desarrollo rural, etc., o ponernos de acuerdo en un Plan Nacional de Desarrollo.

Esta interrogante o sugerencia tiene, a mi modo de ver, connotaciones muy profundas y sus autores, quizás sin quererlo, han llegado a destacar la causa de la pobreza del pueblo panameño, la mala distribución de la riqueza, deficientes servicios de salud y educación, la falta de atención al sector rural, en fin de todo aquello que nos mantiene como país del tercer mundo y nos impide ser el país más rico de América. Somos un país con niños descalzos y estómagos vacíos, a pesar de la gran riqueza que nos da la posición geográfica y la gran capacidad del panameño para desarrollarla. Es el contraste entre una organización de primer mundo, la ACP, y una Administración Pública de tercer mundo. Quienes formulan esta sugerencia nos están diciendo que nuestros gobiernos no sirven para invertir los beneficios del Canal, como no han servido para invertir los otros recursos del Estado, llámense éstos impuestos o rentas. Pero la vía que están proponiendo no es la apropiada ya que en el fondo lo que proponen es la creación de una burocracia paralela a la actual para el manejo de los aportes al Canal, y, lo que es todavía más grave, la creación de un gobierno paralelo para administrarlos.

Fuimos capaces de ponernos todos de acuerdo en convertir el Canal en una empresa del primer mundo. El contraste entre la administración del Canal y el resto de la Administración Pública es patético: el buen manejo contra el despilfarro; la transparencia y la honestidad contra la corrupción; la dignidad, la seguridad y el profesionalismo del empleado del Canal contra la  vergüenza, la inseguridad y la incapacidad del empleado público.

El gran aporte de la discusión sobre el Proyecto de Ampliación debería ser una convergencia de todos los sectores de la sociedad, para que junto con el Gobierno, copiemos el modelo de organización del Canal y lo traslademos al resto de las instituciones que conforman el gobierno para así convertir a Panamá en un país del primer mundo, en un país próspero, con una repartición de la riqueza más equitativa. Si lo logramos con el Canal lo podemos hacer con el resto de la Administración Pública. Se puede, señor Presidente. Lidere usted el camino hacia la Patria Nueva.

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