Por Adolfo Enrique Linares Franco
La Prensa
10 dic 2015
ESTÁNDARES EN MATERIA FISCAL
Estados Unidos (EU) y el resto de los países desarrollados –entiéndase los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)– han sido los grandes contaminadores y emisores de gases con efecto invernadero del planeta. La contaminación ambiental y el calentamiento global es el precio que el resto de la humanidad está pagando ad infinitum por ellos haber alcanzado su desarrollo y para que su población disfrute así una política de “estado de bienestar”, con gobiernos gordos, populistas, impuestos confiscatorios e industrias contaminantes.
Los bosques, ríos y demás riquezas naturales y humanas, así como los esclavos de sus antiguas colonias en América Latina, África, Asia, el Caribe y el Medio Oriente fueron consumidos, si no saqueados, para financiar su crecimiento, desarrollo y prosperidad. Qué mayor trofeo al imperialismo colonial europeo que el Museo Británico de Londres, monumento a la huaquearía más grande de la historia. Justo sería cuantificar esa fortuna que se llevaron y los convirtió en imperios a costa de nuestro subdesarrollo. Esa es una deuda externa que la Europa colonial y EU nos deben a nosotros, las colonias, pues todavía está pendiente.
El tercer mundo tiene también derecho a explotar sus recursos naturales, eso sí, de una manera humana, responsable y sostenible, así como a diseñar su economía y fiscalidad como mejor se considere conveniente para beneficio de sus pueblos, en ejercicio legítimo de nuestra soberanía, sin presiones ni empujones de los países desarrollados.
Me pregunto si igual que los cacareados estándares internacionales en materia fiscal que pretende imponer la OCDE a todo el mundo, menos a EU por supuesto, las iniciativas que salgan de la Conferencia sobre el Cambio Climático en París tendrán más de hipocresía, doble estándar, show mediático y tendencias imperiales, que de buena fe, sacrificio equitativo y respeto al derecho internacional público.
Si no pregúntenle a EU, que a pesar de ser el país más contaminante y el paraíso fiscal más grande del mundo, no es signatario del Protocolo de Kyoto ni tampoco intercambia información fiscal de los usuarios de su centro financiero, pero la OCDE ni nadie les dice nada.
¿Y qué decir de la farsa que es la guerra contra las drogas? Mientras en EU y Europa se sigue legalizando el uso recreacional y medicinal de la marihuana, creando empleos, impuestos y una industria con un potencial enorme, en el tercer mundo se nos obliga a seguir pagando el alto precio de una guerra inventada por ellos y para beneficio de ellos, que hace tiempo se perdió por originarse en una de las más grandes mentiras del siglo XX, y se pretende borrar el impacto positivo que ha tenido el cannabis en los últimos 5,000 años en la civilización, hasta convertirlo en el segundo cultivo de mayor producción y uso por el hombre, hasta su prohibición, para beneficiar sus industrias de textiles sintéticos, farmacéuticas, tabaco, maderera y militar a costa de nuestra sangre y del medio ambiente.
La criminalización lo único que ha traído es una economía “subterránea” y delictiva, con todas sus aristas negativas y un precio muy alto que estamos pagando en América Latina. El tema del abuso de sustancias de cualquier naturaleza, ya sea marihuana, tilenol, aspirina, alcohol, comida chatarra, tabaco, etc., debe ser tratado como un problema de salud pública y no militar.
Ya está bueno de que los países desarrollados todavía nos traten como si fuéramos sus súbditos. Pero claro, la culpa es nuestra, pues peor a que nos traten como país bananero es que nosotros mismos nos lo creamos y actuemos como tal. ¿Hasta cuándo?
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