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Irlanda atrae a las empresas por sus incentivos fiscales

Álvaro Tomas

Publicado 14 de noviembre 2015

Diario La Prensa

El día 21 de octubre de este año, el prestigioso diario financiero español Expansión, bajo la pluma de Catarina Valente, publicó un artículo con el título arriba indicado. Para los que entendemos la farsa que es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el daño que busca hacerle a nuestro país, el contenido de dicho artículo es una muestra más de la mala fe y la hipocresía a que apestan los burócratas de ese organismo y sus países patronos.

“Pequeña pero muy abierta al exterior. Así es la economía de Irlanda, que presenta un gran atractivo para las compañías nacionales e internacionales, al tener uno de los impuestos de sociedades más bajos de la Unión Europea”, acota la columnista.

En efecto, mientras en Panamá las empresas están gravadas con un impuesto sobre la renta de 25%, en Irlanda el impuesto a las compañías es la mitad: 12.5%. No está de más recordarle al lector que Irlanda es miembro de la OCDE y de la Unión Europea (UE), organismos ambos que prefieren culpar a otros países por sus descalabros financieros e incapacidad manifiesta de cobrar impuestos a sus nacionales. Me pregunto: ¿dónde están los ejecutivos de la OCDE, como Pascal Saint-Amans, cuya determinación de hundir a nuestro sector financiero se manifiesta en cada una de sus declaraciones, para ponerle coto a los irlandeses?

Sigue el artículo: “La república (irlandesa) fomenta la entrada de capital extranjero por sus incentivos fiscales, sectoriales y regionales. El Ejecutivo, que preside Michael Daniel Higgins, decretó en 2010 que las pequeñas y medianas empresas que se instalen allí están exentas de pagar el gravamen que se les aplica durante los tres primeros años”. ¿En qué se diferencia eso de lo que hacemos en Panamá para atraer inversión extranjera directa, que crea empresas que generan plazas de trabajo y prosperidad para los panameños? ¿Por qué Irlanda y Luxemburgo sí pueden y Panamá no?

¿Será porque no somos europeos, o por qué en la OCDE hay un racismo estatal hacia los países de América Latina y del Caribe que han osado abrirse campo en el sector financiero y en el de la administración de patrimonios, y eso a los que piensan que son los amos del mundo les duele?

A Saint-Amans y a su séquito de burócratas, con sus panzas llenas de vinos franceses y escargots, le enerva que Panamá ejerza su soberanía y no se doblegue ante sus insultos y tácticas de presión. Y si no me creen, créanle a Bono, el irlandés más famoso del mundo, líder de la banda U2, nominado al Premio Nobel de Paz, que dijo en una entrevista al diario Daily Mail de Gran Bretaña: “Somos un país pequeño, no tenemos escala, nuestra versión de escala es ser innovadores y creativos y la competencia fiscal ha traído la única prosperidad que hemos conocido”.

La OCDE no es de confiar. Necesitamos que el debate de la fiscalidad global se lleve a las Naciones Unidas, en donde la voz y el voto de Barbados tenga igual valor que el de Alemania. Nuestro gobierno tiene una gran responsabilidad. Debemos liderar un grupo de países que haga sentir su voz en la Organización de Naciones Unidas y le reste importancia a la OCDE, desenmascarando sus verdaderas intenciones que son someter, con su poder económico, a los países más pequeños y que le hagan el trabajo para el que han resultado ser incapaces. Es decir, obligar a sus empresarios a pagar impuestos en sus países y mantener el estado de bienestar social cuyo modelo resulta ser una utopía.

Finalmente, hay que seguir de cerca el fallo de la UE que busca sancionar a empresas como Starbucks y Fiat (seguirán Apple, Google y Amazon), porque se acogieron al régimen fiscal preferencial que les ofreció Luxemburgo, en vez de castigar al país por ofrecerlo en primer lugar. Esas multinacionales no se van a dejar. Tienen la plata para darle la batalla legal a los de la UE. Ojalá contraten a Greenberg Traurig.

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