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Por Juan David Morgan G.
Publicado por Portada Panamá
Septiembre 26, 2016
Pareciera que la transparencia fiscal, que con tanta hipocresía han venido imponiendo desde París los burócratas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), está alcanzando ahora a los más conspicuos miembros de ese cartel de países ricos. Aclaro que utilizo la palabra “hipocresía” en el estricto sentido que la define el Diccionario de la Real Academia Española: “Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. El término viene al caso porque, efectivamente, durante los últimos quince años la OCDE ha predicado e impuesto la transparencia fiscal únicamente a aquellos países y jurisdicciones que, por ser de economías emergentes, no gozan de la capacidad de defenderse, Panamá entre ellos. Para hacer efectiva su prédica, han elaborado listas discriminatorias de diversos matices destinadas a doblegarlos en caso de que tengan la osadía de oponerse a sus designios. De esas listas quedaban excluidos, por supuesto, algunos países miembros del cartel de la OCDE, que por su influencia y poderío económico podían mantener, sin ningún tipo de crítica ni mucho menos sanción, su tradicional opacidad en la creación de algunas estructuras offshore que son utilizadas a nivel mundial para evadir impuestos. En las evaluaciones que hacía la OCDE a fin de determinar si estos países privilegiados cumplían con la transparencia por ellos exigida, los mismos recibían la mejor de las calificaciones. Pero comenzaron las publicaciones escandalosas e incontrolables, entre ellas las derivadas de los mal llamados “Papeles de Panamá”, y el péndulo de la hipocresía pareció que comenzaba a oscilar hacia una transparencia más real y equitativa. Así, ha quedado al descubierto que en los Estados Unidos de América y en Gran Bretaña han funcionado y siguen funcionando jurisdicciones offshore que compiten favorablemente con las menos transparentes del planeta. En Estados Unidos, además de Delaware, famoso desde hace mucho tiempo por su renuencia a divulgar los beneficiarios finales de las sociedades que allí se incorporan, existen ya alrededor de trece estados que van por el mismo camino; los más conocidos: Nevada, Wyoming, South Dakota y Montana. En cuanto a Gran Bretaña, aparte de Londres, donde funcionan más de trescientas empresas dedicadas a la venta offshore sin mayores requerimientos y hay constituidas más de tres millones de sociedades offshore, están las jurisdicciones del Canal y algunas del Caribe, siendo British Virgin Islands la más conocida. Francia, país sede de la OCDE y el que con más saña e injustamente ha atacado a Panamá, también permite que funcionen desde su territorio empresas dedicadas a la venta de estructuras offshore opacas.
Pero ahora la guerra por la transparencia fiscal ha alcanzado una intensidad insospechada con motivo de la decisión de la Comunidad Europea de imponer un alcance fiscal para cobrar impuestos no pagados por Apple, una de las empresas norteamericanas más conocidas y exitosas, por la nada despreciable suma de trece mil millones de euros, que aún puede aumentar con intereses y multas. Quizás lo más notable y paradójico de la decisión es que Irlanda -el país favorecido porque allí se produjo la deficiencia fiscal y los trece mil millones irían a enriquecer sus arcas- ha objetado la decisión de la Comunidad Europea y ha anunciado que la apelará, igual que lo hará Apple, la empresa afectada. Pero si bien a primera vista parecería que Irlanda está rechazando recibir una muy importante suma de dinero, examinada más de cerca la posición de Irlanda resulta muy entendible: desde que ese país decidió establecer un sistema de baja imposición fiscal, ha logrado atraer muchas empresas transnacionales importantes que inyectan anualmente a la economía irlandesa sumas muy superiores y más permanentes que los trece mil millones de euros que, como la manzana envenenada de Blanca Nieves, ahora le quiere obsequiar la Comunidad Europea. Solamente en el condado de Cork, Apple tiene más de cinco mil empleados, que en un país pequeño, como lo es Irlanda, se traducen en una contribución importantísima para su economía. Una decisión en contra de Apple, como la que pretende imponer la Comunidad Europea, obligaría no solamente a Apple sino a las más de 700 empresas multinacionales a reconsiderar su permanencia en Irlanda, con el consiguiente perjuicio para la economía del país. Estamos hablando de empresas como Dell, Microsoft, Twitter, Pfizer y un larguísimo etcétera. De igual manera, el precedente fiscal afectaría a países como Holanda, donde Starbucks tiene una presencia importante, y Luxemburgo, sede europea de Amazon.
¿Qué se oculta detrás de este pugilato fiscal entre los Estados Unidos y la Unión Europea, en el que a Irlanda le corresponde el papel de víctima? Dicen algunos que se trata de una retribución de Europa hacia los Estados Unidos por las cuantiosas multas que las autoridades norteamericanas han impuesto a bancos europeos, acusados de violar diferentes regulaciones. Son notables las sanciones impuestas a los bancos UBS, nueve mil millones de dólares; Credit Swiss, dos mil seiscientos millones de dólares; Rabobank, 740 millones de dólares; BNP Paribas, nueve mil millones de dólares, y HSBC, mil novecientos millones de dólares, por mencionar los más significativos. Para otros analistas, el asunto va más allá: Europa se ha dado cuenta, finalmente, de que los incentivos fiscales son una manera eficiente de atraer inversiones y no quiere que sean países pequeños, como Irlanda y Luxemburgo, los que tengan el monopolio de tan atractivo negocio. Ahora resulta que los impuestos bajos no son tan malos como decía antes la OCDE, y países como Inglaterra y Francia, entre otros, ya se están preparando para ofrecer incentivos fiscales que contribuyan a atraer la inversión foránea que los ayudaría a compensar los excesivos gastos que el Estado Benefactor creado por ellos (populismo le decimos acá) los obliga a desembolsar año tras año con la consiguiente merma en sus economías. ¿Y qué pasará con Irlanda, que durante los últimos años ha creado un modelo económico propio para mejorar las condiciones de su pueblo? Tendrá que despertarse de sus sueños de alcanzar el desarrollo económico y esperar a que, después de su colapso la Comunidad Europea, a través de su Banco Central, le tire una toalla. Como dice el refrán africano: “cuando los elefantes pelean la hierba es la que sufre”.
El péndulo de la fiscalidad sigue oscilando, ahora a una velocidad inusitada, y aquí en Panamá, donde de un tiempo a esta parte nuestra economía tradicional viene siendo atacada inmisericordemente, debemos mirarnos en el espejo de Irlanda y comenzar a prepararnos en serio para no convertirnos en pasto de elefantes.
Reconocido abogado, escritor, académico, presidente del Patronato del Museo del Canal Interoceánico de Panamá y de la Junta de Síndicos de la Fundación Ciudad del Saber.
https://portadapanama.com/retorno-del-pendulo-ii/
Por: Juan David Morgan
Publicado por Portada Panama
Enero 8, 2017
El pasado 23 de octubre, el Consejo Constitucional de Francia le dio otro empujón al péndulo en su movimiento de regreso del extremo en el que lo habían colocado los organismos y países que anteponen el cobro excesivo de impuestos al desarrollo económico y la transparencia absoluta al derecho a la privacidad. Recapitulemos.
A inicios del presente siglo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un cartel de países desarrollados o que pretenden serlo, comenzó una campaña en contra de los denominados paraísos fiscales alegando que se prestaban para el lavado de dinero proveniente del terrorismo y el narcotráfico.
Muy pronto incluyeron entre sus objetivos combatir la evasión fiscal y para lograrlo crearon listas discriminatorias de diferentes tonos oscuros en las que colocaron a jurisdicciones y a países que en su criterio caían bajo la definición de paraíso fiscal. Desde que se inició el ataque, Panamá, que fue una de las primeras víctimas, dejó claro que cooperaría con las exigencias de la OCDE siempre y cuando hubiera igualdad de condiciones en la aplicación de las medidas, el llamado level playing field. Esta posición obedecía a que desde el principio quedó claro que algunos países, considerados por muchos paraísos fiscales importantes, no aparecían en ninguna de las listas discriminatorias.
La OCDE dispuso que para no ser incluidos en listas negras o grises los países deberían firmar por lo menos doce convenios para evitar la doble tributación en los que se incluyera una cláusula de intercambio de información fiscal. En el 2009 Panamá comenzó a negociar y firmar esos tratados y muy pronto sobrepasó con creces la cuota impuesta. Sin embargo, la OCDE elevó sus exigencias y ya la firma de doce tratados no fue suficiente.
La transparencia surgió como el nuevo criterio que se utilizaría para decidir quién debía permanecer en las listas discriminatorias y evolucionó hasta llegar a lo que hoy tenemos: un intercambio automático de información en el que todos los países tienen que dar a conocer quiénes son los beneficiarios finales de los fondos que se encuentran depositados en sus instituciones financieras. Este nuevo strip tease financiero mundial comenzará a regir antes de 2018.
Panamá se encuentra hoy entre los 129 países que aplicará, con algunas reservas, el intercambio de información automático. Ahora bien, desde que comenzó el afán de llevar la transparencia al extremo se inició también la crítica de quienes alegaban que las normativas que la estatuían violaban el sagrado derecho a la privacidad, consagrado en todas las Constituciones del mundo. Así, quedó planteada una contienda jurídica entre el bando de la transparencia y el bando de la privacidad.
Tal como señalamos antes, el 23 de octubre de este año el Consejo Constitucional de Francia decidió que los registros públicos que se pretenden establecer en ese país para incluir a los beneficiarios finales de los fideicomisos y demás instrumentos corporativos son inconstitucionales porque violan el derecho a la privacidad establecido en la Declaración de Derecho del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Resulta irónico y paradójico que este emblemático fallo en defensa de la privacidad se produzca, precisamente, en Francia, país que con más vehemencia, y sin ninguna razón, ha venido atacando a Panamá y nos mantiene en una lista negra por supuestamente no cumplir con la transparencia ilimitada que ellos exigen. Se espera que la decisión del Consejo Constitucional de Francia contagie al resto de Europa, especialmente a Inglaterra, donde también se están gestando leyes encaminadas a crear registros públicos de beneficiarios finales.
Vale recordar que en nuestro país el Procurador de la Administración absolvió no hace mucho una consulta que le formuló el Gobierno en torno a la constitucionalidad del intercambio de información. Su conclusión fue la de que en nuestro país el intercambio de información automático violaría, entre otras disposiciones de la Constitución, la que consagra el derecho a la privacidad. Causa extrañeza que esta opinión del Procurador de la Administración no haya sido publicada en ningún medio.
Hablemos claro. La globalización de los mercados ha beneficiado mucho más a las economías de los países desarrollados que a la de los países emergentes. Por otra parte, la pobreza extrema, la persecución político-religiosa y las guerras civiles han provocado migraciones sin precedentes en la historia reciente de la humanidad, que afectan con mayor intensidad a las naciones de la comunidad europea.
Esta migración de las víctimas del hambre y la violencia ha aumentado considerablemente el costo del Estado Benefactor, que ha venido imponiéndose en estos países. Para pagarlo los Gobiernos recurren a los impuestos y, así, en la medida en que incrementan las tasas impositivas aumenta también la evasión fiscal y se intensifica la presión de los Estados para cobrar impuestos dondequiera que se encuentren dineros pertenecientes a sus contribuyentes, sin importar su proveniencia o legitimidad. Surgen entonces las listas discriminatorias, las sanciones económicas, la idea de crear registros universales de últimos beneficiarios y la de intercambiar información financiera de manera automática.
De cumplirse al pie de la letra los planes de la OCDE, antes del 2019 existirá en la red cibernética un número casi infinito de nombres de individuos que tienen fondos, la inmensa mayoría legítimos, depositados en alguna de las instituciones financieras existentes en más de ciento veintinueve países. Y como quiera que el ser humano no tiene la capacidad de revisarla y analizarla para encontrar a los evasores de impuestos, la tarea le quedará a las computadoras. Irremisiblemente ocurrirá, por ejemplo, lo que ya le sucede a diario a muchos de los que llegan o pasan por los aeropuertos internacionales de los Estados Unidos, donde las autoridades migratorias acuden a las computadoras para ver si el viajero aparece en la lista de indeseables.
Y si te llamas, por ejemplo, Pedro José Jiménez López y para desgracia tuya figura en la computadora alguien llamado José López, que por alguna razón está enlistado, la coincidencia de segundos nombres y apellidos determina que te manden a una segunda verificación. Al final, si sales bien librado, habrás perdido no solamente un tiempo valioso sino probablemente también la conexión con otro vuelo.
Algo similar, pero mucho peor, ocurrirá con los millones y millones de nombres que figurarán en la lista de quienes poseen dinero depositado en alguna de las instituciones financieras de los ciento veintinueve países que intercambiarán información de manera automática: serán muchos más los investigados por error que los evasores de impuestos. Al final se producirá un caos generalizado, se entorpecerán y dilatarán, aún más, las operaciones comerciales y sobrevendrá una desaceleración de la economía mundial, sobre todo en el hemisferio occidental, que se traducirá en menos recursos para sostener los Estados Benefactores, con todas las consecuencias que esto conlleva.
Debemos señalar que Estados Unidos se mantendrá al margen de semejante embrollo porque es el único país desarrollado que se ha negado a participar en el intercambio automático de información. La potencia del norte ha creado su propio sistema para detectar evasores de sus impuestos, el denominado FATCA, acuerdo mediante el cual las instituciones financieras de los demás países del mundo se obligan a registrar y enviar los nombres de los estadounidenses que mantengan fondos depositados en ellas. Privilegio de los grandes que, unido al intercambio automático de información, contribuirá a complicar aún más el desarrollo económico del planeta.
Llegado este momento, que no está muy lejano, el péndulo continuará alejándose del extremo al que lo han llevado los burócratas de la OCDE hasta colocarse en el lugar que le corresponde, equidistante entre la transparencia y el derecho a la privacidad.
https://portadapanama.com/retorno-del-pendulo-iv/
Enero 20, 2017
Presidente del Tribunal Supremo Roberts, presidente Carter, presidente Clinton, presidente Bush, presidente Obama, compatriotas, pueblos del mundo: gracias.
Nosotros, los ciudadanos de América, estamos juntos hoy en un gran esfuerzo nacional para reconstruir nuestro país y restablecer su compromiso con todo nuestro pueblo. Juntos determinaremos el rumbo de América y el mundo durante los próximos años.Nos encontraremos con retos. Nos encontraremos con dificultades. Pero lo conseguiremos.
Cada cuatro años, nos reunimos en estas escaleras para llevar a cabo el traspaso ordenado y pacífico de poder, y damos las gracias al presidente Obama y la primera dama, Michelle Obama, por su generosa ayuda durante esta transición. Han estado magníficos. Sin embargo, la ceremonia de hoy tiene un significado muy especial. Porque hoy no solo estamos traspasando el poder de un gobierno a otro ni de un partido a otro, sino que estamos transfiriéndolo de Washington, D.C. al pueblo americano.
Durante demasiado tiempo, un pequeño grupo de personas en la capital de nuestra nación ha cosechado los frutos del gobierno mientras el pueblo soportaba los costes. Washington prosperaba, pero el pueblo no compartía su riqueza. Los políticos prosperaban, pero el empleo desaparecía y las fábricas cerraban. El aparato se protegía a sí mismo, pero no a los ciudadanos de nuestro país.
Sus victorias no han sido vuestras victorias; sus triunfos no han sido vuestros triunfos; y, aunque había celebraciones en la capital de nuestra nación, había poco que celebrar para las familias que sufrían penalidades en todo el país. Todo eso va a cambiar, a partir de este mismo instante, porque este momento es vuestro momento, os pertenece a vosotros. Pertenece a todos los que se han reunido hoy aquí y a todos los que nos están viendo desde sus hogares.
Este es vuestro día. Esta es vuestra celebración.Y este, Estados Unidos de América, es vuestro país. Lo que verdaderamente importa no es qué partido controla nuestro gobierno, sino si la gente controla o no el gobierno. El 20 de enero de 2017 se recordará como el día en el que el pueblo volvió a gobernar este país.
Los hombres y mujeres olvidados de nuestro país dejarán de estar olvidados. Ahora, todo el mundo os escucha. Vinisteis, decenas de millones de vosotros, para formar parte de un movimiento histórico como el mundo no ha conocido jamás. Y en el centro de ese movimiento figura una convicción fundamental: que una nación existe para servir a sus ciudadanos.
Los americanos quieren buenas escuelas para sus hijos, barrios seguros para sus familias y buenos puestos de trabajo para sí mismos.Son las demandas justas y razonables de un pueblo honrado. Pero, para muchos ciudadanos, la realidad es muy diferente: madres y hijos atrapados en la pobreza en nuestros barrios más deprimidos; fábricas herrumbrosas y esparcidas como lápidas funerarias en el paisaje; un sistema educativo lleno de dinero pero que deja a nuestros jóvenes y hermosos alumnos sin conocimientos; y la criminalidad, las bandas y las drogas que tantas vidas han robado y tanto potencial han impedido hacer realidad.
Esta carnicería debe terminar ya. Somos una sola nación, y su sufrimiento es el nuestro. Sus sueños son nuestros sueños; y sus triunfos serán nuestros triunfos. Tenemos un mismo corazón, un hogar y un glorioso destino.
El juramento que presto hoy es un juramento de lealtad a todos los estadounidenses. Llevamos muchas décadas enriqueciendo a la industria extranjera a expensas de la industria americana. Financiando los ejércitos de otros países mientras permitíamos el triste desgaste de nuestro ejército. Hemos defendido las fronteras de otros países mientras nos negábamos a defender las nuestras. Y hemos gastado billones de dólares en el extranjero mientras las infraestructuras nacionales caían en el deterioro y el abandono.
Hemos enriquecido a otros países mientras la riqueza, la fortaleza y la confianza de nuestro país desaparecían tras el horizonte. Una a una, las fábricas cerraban y se iban más allá de nuestras fronteras, sin pensar ni por un instante en los millones y millones de trabajadores estadounidenses que se quedaban atrás. Se ha arrebatado la riqueza a nuestra clase media para redistribuirla por todo el mundo. Pero eso queda en el pasado. Ahora debemos pensar en el futuro.
Nos hemos reunido hoy aquí para dictar un nuevo decreto que se oirá en cada ciudad, cada capital extranjera y cada corredor del poder. A partir de este día, una nueva visión va a gobernar nuestro país. A partir de este momento, va a ser América primero. Cada decisión sobre temas de comercio, impuestos, inmigración, asuntos exteriores, se tomará en beneficio de los trabajadores y las familias americanas.
Debemos proteger nuestras fronteras de los estragos de otros países que fabrican nuestros productos, roban nuestras empresas y destruyen nuestros puestos de trabajo. La protección engendrará prosperidad y fuerza.
Voy a luchar por vosotros hasta el último aliento, y nunca, jamás, os abandonaré. América volverá a triunfar, como nunca antes. Vamos a recuperar nuestro empleo. Vamos a recuperar nuestras fronteras. Vamos a recuperar nuestra riqueza. Y vamos a recuperar nuestros sueños. Construiremos nuevas carreteras, y autopistas, y puentes, y aeropuertos, y túneles y ferrocarriles por todo nuestro maravilloso país. Sacaremos a la gente de las ayudas sociales y la pondremos a trabajar, reconstruiremos nuestro país con mano de obra estadounidense.
Vamos a seguir dos reglas muy sencillas: compra estadounidense y contrata a estadounidenses. Buscaremos la amistad y la buena voluntad con todas las naciones del mundo, pero lo haremos teniendo claro que todos los países tienen derecho a poner sus propios intereses por delante. No queremos imponer nuestro modo de vida a nadie, sino dejar que sea un ejemplo reluciente para que todos lo sigan. Reforzaremos las viejas alianzas y formaremos otras nuevas, y uniremos al mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical, que vamos a erradicar por completo de la faz de la tierra.
La base de nuestra política será una fidelidad total a los Estados Unidos de América, y, a través de la lealtad a nuestro país, redescubriremos la lealtad entre nosotros. Cuando uno abre su corazón al patriotismo, no queda sitio para los prejuicios.
La Biblia nos dice: «Qué bueno y placentero es que el pueblo de Dios viva unido». Debemos expresar nuestras opiniones abiertamente, debatir con sinceridad nuestras discrepancias, pero siempre buscar la solidaridad. Cuando el país está unido, es imparable. No hay que temer nada, estamos protegidos, y siempre lo estaremos. Estamos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas y policiales y, sobre todo, estamos protegidos por Dios.
Por último, debemos tener grandes ideas y sueños aún más grandes. En América sabemos que una nación solo está viva si se esfuerza. No vamos a seguir aceptando a políticos que hablan mucho pero no hacen nada, que se quejan sin cesar pero nunca hacen nada al respecto. Las palabras huecas son cosa del pasado. Ha llegado la hora de actuar. Que nadie os diga que no es posible. Ningún obstáculo puede parar el corazón, el ánimo y el espíritu de América. No vamos a fallar. Nuestro país saldrá adelante y volverá a ser próspero. Estamos en el comienzo de un nuevo milenio, preparados para desvelar los misterios del espacio, liberar la tierra de la enfermedad y controlar las energías, las industrias y las tecnologías del mañana.
Un nuevo orgullo nacional nos levantará el ánimo, elevará nuestras aspiraciones y cerrará nuestras divisiones. Ya es hora de recordar lo que nuestros soldados nunca olvidan: que, seamos blancos, negros o marrones, todos tenemos la misma sangre roja de los patriotas, todos disfrutamos de las mismas libertades gloriosas y todos honramos la misma gran bandera americana.
Un niño que nace en la gran urbe de Detroit y otro que nace en las llanuras barridas por el viento de Nebraska ven el mismo cielo, tienen los mismos sueños en sus corazones y reciben su aliento vital del mismo Creador todopoderoso. Por eso os digo a todos los estadounidenses, en todas las ciudades próximas y lejanas, pequeñas y grandes, de montaña a montaña y de océano a océano, que oigáis estas palabras:
Nunca volveréis a ser ignorados. Vuestra voz, vuestras esperanzas y vuestros sueños definirán nuestro destino como nación. Y vuestro valor, vuestra bondad y vuestro amor nos guiarán siempre en el camino. Juntos vamos a hacer que América vuelva a ser fuerte. Vamos a hacer que América vuelva a ser rico. Vamos a hacer que América vuelva a estar orgulloso. Vamos a hacer que América vuelva a ser seguro. Y juntos, vamos a hacer que América vuelva a ser grande. Gracias, que Dios os bendiga y que Dios bendiga a América.
Por Álvaro Tomas
Publicado por Capital Financiero
Octubre 3, 2016
Acabo de leer que, para el segundo trimestre de este año, la economía gabacha se contrajo 0,1% por lo que, en el 2016, su Producto Interno Bruto (PIB) solo ha crecido 0,6%. Una cifra muy por debajo de los pronósticos –siempre optimistas- del Fondo Monetario Internacional (FMI) que se situaban en 1,5%. También he escrito en el pasado que Francia se ha visto en la necesidad de convertirse en cómplice de las guerras y matanzas mundiales al convertirse en el segundo exportador de armas del mundo. Sí, la nación que se enorgullece de ser la cuna de la igualdad y de los derechos humanos para llenar sus arcas vacías –el resultado de desgastados modelos económicos socialistas– vende armamento de guerra a los gobernantes más despiadados y a las regiones más violentas del mundo sin ninguna vergüenza. Presumo que la venerada y moralmente indiscutible Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) no ve nada malo en eso. Hipócritas.
Hay que entender por qué Francia se ve obligado a vender armas y está obsesionada con exhibir a Panamá como un trofeo de guerra; como si los impuestos que no pagan sus contribuyentes aterrizaran mágicamente en la banca panameña a través de sociedades anónimas incorporadas en el Registro Público de Panamá. Basta ver el sitio de Internet del Consorcio de Periodistas (www.icij.org) bajo los malvadamente llamados Panama Papers para darse cuenta que los mayores compradores de las sociedades eran empresas europeas (algunos eran bancos y fiduciarias francesas) y que la mayoría de las sociedades que se adquirieron –para su buen o mal uso- no eran de la jurisdicción panameña.
Volvamos a Francia. De acuerdo con el fascinante libro de Ruchir Sharma “The Rise and Fall of Nations” (primera edición, 2016), el Estado francés gasta 57% de PIB para mantener su obesa burocracia estatal. Francia debería llamarse La Casa de las Botellas. Es el porcentaje más alto de los países miembros de la Ocde y es 18% más que el promedio de las naciones más desarrolladas del mundo. Pero, este grado de paternalismo es una tradición francesa de vieja data. Tanto es así, que el Primer Ministro Georges Clemenceau (1929) tenía un refrán: “Francia es muy fértil: Siembras burócratas y crecen impuestos”. El comediante francés Michel Coluche (1986) decía que “si hubiera un impuesto sobre la estupidez, el Estado (francés) se pagaría sólo”. Por lo menos tienen algo de buen humor.
Si los ciudadanos franceses se lo aguantan es su problema; pero la realidad es que los impuestos que mantienen al Estado galo se han convertido en un peso insoportable de tal forma que los negocios y los empresarios se están yendo del país o no están invirtiendo. Francia ha perdido competitividad lo que no nos debe extrañar, ya que con una tasa de impuestos corporativa de 45% y costos laborales anuales que han subido 5% en los últimos años hay que ser filántropo o masoquista para establecerse en Francia.
Dice el autor Sharma que “Hoy Francia es considerado como el nuevo enfermo de Europa”. El desempleo es uno de los más altos de la Unión Europea y el desempleo juvenil ronda 25%. Al no tener su propia moneda, tienen el Euro, ha perdido la posibilidad de acelerar sus exportaciones con una devaluación. Junto a un crecimiento económico famélico, sin cambios estructurales a su economía a la vista y siendo un infierno fiscal –como lo llama el colega Adolfo Linares- había que buscar a un chivo expiatorio. Y el gobierno francés decidió, conveniente y políticamente, que los culpables serían los paraísos fiscales (dentro de los cuales Panamá iba a ser el principal ejemplo) y así no tener que aceptar su incapacidad y el miedo a las profundas reformas que necesita su modelo económico. Por eso los desplantes, las amenazas, el incumplimiento de los tratados internacionales y en general, la agresividad hacia nuestro pujante país.
Concluyo con que el problema económico de Francia no es Panamá, ni los mal llamados paraísos fiscales, ni la competencia fiscal. Parafraseando al escritor Allistor Heath: El problema de Francia es la exagerada planilla estatal, los impuestos altos, el exceso de regulaciones (burocracia), el gasto público ineficiente y el odio al comercio, al capitalismo y al trabajo. Salvo que hagan una profunda reforma a su modelo económico estarán condenados al fracaso económico y a ser los perritos falderos de Alemania.
Septiembre 7, 2016
Me siento muy honrado de poder dirigirles la palabra en este acto organizado para reunir a todos los que en un momento de nuestra vida tuvimos la responsabilidad de ocupar el cargo de Ministros de Gobierno. Este honor me lo dispensó Milton porque, según los anales que maneja, soy uno de los decanos de los ministros de Gobierno que aun andamos por este mundo. No debo dejar de reconocer que Milton pudo haber dado un salto cronológico y salirse del paso ignorando mi existencia poniendo como excusa la consagrada frase “ministros de la Democracia”.
Hoy, 7 de septiembre esta gentil invitación de Milton coincide felizmente con la celebración del trigésimo noveno aniversario de la de la firma, en la OEA, de los Tratados Torrijos-Carter. Y Milton ni más más ni menos, ha resucitado hoy el 11 de octubre de 1968 fecha de gran trascendencia en nuestra historia: los 13 años que cambiaron nuestro país. Sospecho que Milton ya me perdonó que en el programa radiofónico Info-análisis (siempre me invitan para hablar del 11 de octubre) le dije, palabras más, palabras menos, “Milton, la génesis de la Democracia en Panamá es el 11 de octubre de 1968”. Todavía no borro de mi memoria su mirada y el ¡Cómo! Y mi rápida respuesta: “A mí me tocó como Ministro de Gobierno intervenir en el nombramiento de la Junta Asesora que presidida por ese insigne jurista, Ricardo J. Alfaro, se encargó de iniciar las reformas electorales”. Recordemos que antes de las reformas electorales siempre ganaba el partido que estaba en el gobierno (ahora siempre gana la oposición) y es parte de nuestra historia el famoso recuento de votos cuando el Comandante José A. Remón depuso al Presidente Dr. Daniel Chanis quien sucedió a Domingo Díaz, (que había fallecido siendo Presidente) y en el recuento se reconoció la victoria del candidato opositor, Dr. Arnulfo Arias Madrid.
Por supuesto que el gran logro de Torrijos fueron los Tratados Torrijos-Carter, que consolidaron nuestra independencia como Nación, la recuperación del Canal y nuestra gran riqueza, la posición geográfica. Nuestro Centro Financiero también fue creado en esa época. Todo esto lo logró al establecer un gobierno de talentos. Las ideologías desaparecieron y fueron reemplazadas por una sola: la unidad del pueblo panameño para luchar por la consolidación de nuestra independencia y soberanía en todo nuestro territorio.
Esa unidad Torrijos la trasladó primero a nuestro hermanos de América Latina y el Caribe y luego, como apóstol, viajó por el mundo entero para convertir a todas la naciones a la causa panameña.
Hoy me permito sugerirle a Milton que se señale esta fecha como el día de la Solidaridad de América Latina y el Caribe con Panamá, solidaridad que fue decisiva para mover al imperio norteamericano a acceder a nuestras pretensiones. La fuerza de este apoyo aparece en internet en los documentos desclasificados este año por Estados Unidos sobre las negociaciones. El documento 77 es una transcripción de una reunión del Consejo de Seguridad de EE.UU., presidido por el presidente Gerald Ford para tratar el tema del Tratado con Panamá. Dice en síntesis: “Panamá nos importa un bledo; el problema lo tenemos con América Latina”. Y agrega Ford: “Cada vez que un mandatario nos visita el tema es Panamá”. Y dice Kissinger: “Cada vez que un funcionario nuestro va a alguno de esos países, el tema es Panamá. Si no concluimos un tratado con Panamá tendremos un problema permanente con América Latina”.
Nuestro país tiene una historia que merece ser contada. Es ejemplo de cómo un país pequeño es despojado por el imperio colonial de su riqueza, mediatizada, su soberanía y condenado a perpetuidad a la pobreza. Cómo logramos recuperar nuestra soberanía total y nuestra riqueza debe ser materia obligatoria del curso de relaciones con EE.UU. para que nuestros jóvenes conozcan de la lucha de nuestro pueblo que nos permitió ganar la guerra de la verdadera independencia.
En estos hechos históricos sobresalen los conceptos “Verdad”, “Dignidad” y “Denuncia”.
El primero, la Verdad, destaca el atraco que se cometió con Panamá en la interpretación y aplicación del tratado Hay-Bunau-Varilla.
Para Panamá, país de servicio, el Canal era un complemento al ferrocarril y sus puertos. Nuestra riqueza no venía ni de la minería ni de la agricultura sino de ser un país de tránsito. El nuevo tratado firmado con apuro y en horas de la noche por John Hay y Phillipe Bunau Varilla dejaba a Panamá sin las garantías que el Herrán-Hay le daba a Colombia. Sin embargo, a Panamá se le engañó con la cláusula que dejaba fuera de la concesión las ciudades de Panamá y Colón y sus puertos, que eran la razón de ser del tratado para Panamá. Cuando Panamá, en la nota que el embajador de Obaldía entrega a John Hay (preparada por el insigne Eusebio A. Morales), reclama a EE.UU. que estaba ocupando los puertos sin derecho, éste le contesta una nota que confiesa el atraco hecho a nuestro país y es el preludio del mal trato que los panameños recibieron en su propio país. En esa nota le dice que el Tratado ha sido interpretado por Bunau-Varilla, embajador de Panamá y que los puertos a los que se refiere el Tratado son los del Mercado Público, el Muelle Fiscal y el de Folks River en Colón. Y que por ciudades de Panamá y Colón se entiende solo lo ya construido.
Son incontables los oprobios que sufrió el país durante la existencia de la Colonia conocida como el Canal Zone: la discriminación contra los panameños, el Gold Roll y Silver Roll (discriminación en los salarios), comisariatos y sanitarios separados para las personas de “color”, categoría que incluía a los “latinos”, el tener que vivir en un gueto en el centro de tu propio país con “Aduanas” y licencia de manejo y de automóvil (placa) para transitar por la “Zona” enclavada en medio del territorio patrio. Estábamos tan aislados del resto del mundo que el mercado de la “Zona” se convirtió en el mercado de exportación de nuestros productos agrícolas y muchas veces estos se tropezaban con las leyes proteccionistas del poder colonial y teníamos que rogarles que las compraran. Tenían hasta lecherías para surtir su población de productos lácteos y fincas agrícolas manejadas por “colonos” para sus verduras y vegetales para no tenerlas que adquirir de nuestros campesinos. El egoísmo del imperio para que Panamá no se desarrollara y progresara llegó a límites aberrantes cuando trató de impedir que obtuviéramos un préstamo con la garantía de “los fondos de la posteridad” (los 8 millones del pago de 10 millones por la concesión invertidos en hipotecas en New York) para financiar la construcción de un ferrocarril o una carretera entre Panamá y David. En ese tiempo hasta para ir a La Chorrera había que hacerlo por mar, porque el país carecía de vías de comunicación. En una nota del Departamento de Defensa al Departamento de Estado y del Tesoro (en 1911) se les pide que se opongan a como dé lugar a que Panamá obtenga ese financiamiento “porque para la defensa del Canal a Estados Unidos no le conviene que Panamá tenga buenas vías de comunicación”.
Conocer la historia y los prohombres que lucharon para lograr lo que hoy tenemos nos harán un mejor país y nos preparará para seguir luchando contra los imperios neocoloniales que inventan toda clase de subterfugios y listas discriminatorias porque quieren evitar que Panamá sea un competidor de sus negocios. Panamá, país de servicios por excelencia, tiene perfecto derecho a utilizar su gran recurso, la posición geográfica, para competir en este mundo globalizado. Recordar la experiencia que tuvimos cuando nos privaron de nuestra posición geográfica debe servirnos para que no vuelvan a subyugarnos.
En cuanto a la Dignidad nada más quiero referirme a la que se manifestó en el valor de nuestros estudiantes, mártires del 9 de enero, y de ese gran patriota, el presidente Roberto. F. Chiari cuando rompe relaciones con el imperio y exige un nuevo tratado para restaurarlas. ¿Creen ustedes que si los mártires del 9 de enero no hubieran defendido su bandera y el presidente Chiari no hubiera roto las relaciones tendríamos hoy un Canal 100% panameño sin Zona del Canal y sin bases militares? Esa dignidad inspiró a Omar Torrijos a subir el último peldaño en la lucha generacional y a otro gran presidente, Guillermo Endara, a decirle al imperio que durante su gobierno, entonces un país ocupado, no se hablaría de negociar bases militares.
La denuncia es otra de las armas del arsenal que utilizan los países pequeños para defenderse. Panamá la usó para afear la conducta colonialista de E.E.UU. frente a todo el mundo. Recuérdese que en aquellos tiempos en el mundo había dos imperios: el malo, la Unión Soviética, y el bueno, Estados Unidos, que no podía ser considerado imperio bueno si mantenía el estatus de Panamá. Torrijos usó la denuncia con gran eficacia. La reunión del Consejo de Seguridad en Panamá en 1973, le hizo conocer al mundo entero nuestra situación de país explotado y con una colonia extranjera en medio de nuestro territorio. Torrijos consiguió el apoyo del resto del mundo e incluso con la divulgación llegó a la conciencia misma del pueblo americano. No hay que perder de vista que Estados Unidos es un gran país en donde la justicia, el “fair play”, ocupa un lugar importante. Así, logró que un porcentaje significativo de su opinión pública apoyara hacerle justicia a Panamá y ello llegó al alma misma de ese gran individuo, Jimmy Carter, para borrar esa mancha de la historia norteamericana.
El gobierno panameño debe cumplir con la obligación que le impone claramente el artículo 17 de la Constitución Nacional de “proteger en su vida, honra y bienes a los nacionales donde quiera que se encuentren y a los extranjeros que estén bajo su jurisdicción”. Para ello tendrá que emprender acciones rigurosas ante la OCDE y el gobierno norteamericano, para que cesen los ataques e injusticias en contra de nuestro país y de quienes aquí convivimos.
Septiembre 18, 2016
Publicado en La Estrella de Panamá
El abogado Eduardo Morgan relata a ‘La Estrella de Panamá’ algunas anécdotas de sus vivencias con el general Omar Torrijos a Mónica Guardia
Para Eduardo Morgan, socio de la firma legal Morgan y Morgan, el 7 de septiembre de 1977 es una de las fechas más significativas de la historia del país.
‘Con la firma del Tratado Torrijos Carter, ese día, se selló la victoria de un país pequeño, despojado de su riqueza, de su soberanía y condenado a la pobreza, sobre la más fuerte potencia mundial e imperio colonial’, sostiene el abogado, exministro de Gobierno y Justicia (1968), exembajador de Panamá en Estados Unidos (1996-1998) y enviado personal del presidente ante el Gobierno de Japón (1979-1982) .
A juicio de Morgan, estudioso de la historia panameña (y cuya tesis de maestría en la Universidad de Yale se tituló ‘Beneficios y Control sobre el Canal de Panamá’, 1969)—, el triunfo panameño de 1977 se basó en el hábil uso de las armas que el país tenía a su alcance: la verdad, la dignidad y la denuncia. Con ellas, ganó para su causa el apoyo de gran parte del mundo, y especialmente el de los países latinoamericanos, clave para el triunfo panameño.
‘Hace unos días sugerí al ministro de Gobierno Milton Henríquez que se señalara el 7 de septiembre como el Día de la Solidaridad de América Latina y el Caribe con Panamá, porque esta fue decisiva para mover al imperio norteamericano a acceder a nuestras pretensiones’, dice.
La prueba de ello, prosigue, se puede encontrar en los documentos declasificados por el Departamento de Estado el año pasado, el volumen XXII de Relaciones Exteriores que incluye la documentación sobre la negociación de los nuevos tratados para el Canal de Panamá, entre 1969 y 1976.
En ellos se pone claramente de manifiesto la presión que los países latinoamericanos ejercían sobre Estados Unidos de y la molestia de los gobernantes porque Panamá intentara convertir este tema en uno multilateral, cuando ellos insistían en que se mantuviera como un asunto entre ambos países.
‘Los documentos recogen las quejas del presidente Gerald Ford y del secretario de Estado Henry Kissinger de no poder reunirse con un representante de un gobierno latinoamericano que no les preguntara por el tema de Panamá’.
‘A ellos no les importaba con Panamá, pero no podían arriesgarse a poner en peligro sus relaciones con todo un continente, ni con el mundo no alineado, que propugnaba por un mundo libre de colonialismo’.
Ello los obigó a poner fecha a un nuevo tratado.
ANÉCDOTAS
Eduardo Morgan estuvo allí. En el epicentro de los acontecimientos.
La amistad que había desarrollado temprano en los 60 con el entonces jefe policial de Chiriquí, Omar Torrijos Herrera, terminaría por lanzarlos a ambos y a algunos otros como actores de la historia.
Desde su privilegiada posición, Morgan pudo participar y observar cómo se tejían los hilos, cómo se daba forma a decisiones osadas como el golpe de 1968, la reunión del Consejo de Seguridad en Panamá, en 1973, la apertura de relaciones con Cuba, el coqueteo con el movimiento de Países No Alineados.
En entrevista sostenida en el edificio de Morgan y Morgan y Morgan y entre una de las colecciones de arte moderno más espectaculares del país, el abogado hizo recuento de algunas vivencias que mantiene en la memoria y que ayudan a entender los acontecimientos que concluyeron en la firma de los tratados.
‘Nos veíamos mucho, primero en Chiriquí y luego en Panamá. Salíamos a cenar con nuestras parejas. Conversábamos sobre los asuntos del país. Por eso te puedo decir que el general Omar Torrijos era un hombre inteligentísimo y planeó todo como una operación matemática’, dice.
‘Nunca olvido una noche que pasamos en la casa de mi primo Rory González, en Los Ángeles —también amigo del general— cuya terraza tenía una vista privilegiada al Cerro Ancón. Estábamos allí, cuando Omar me dijo: ‘Eduardo, antes del año 2000 el Canal va a ser nuestro. Y en ese cerro voy a poner la bandera más grande que se haya visto en este país”.
‘Yo le respondí que estaba loco, que eso no podía ser tan pronto, pero él estaba convencido de que así iba a ser. Y así fue’, recuerda.
‘Te voy a decir algo. Yo fui a una de las mejores universidades de Estados Unidos. Fui embajador en Estados Unidos. Me he codeado con gente muy inteligente y te digo una cosa, pocas veces he visto a alguien más brillante que Omar. Es algo que nunca le han querido reconocer aquí’.
‘Si ves la relación que mantuvo con personalidades como García Márquez, con presidentes de todas partes del mundo; si lees las memoria del presidente Jimmy Carter, te encontrarás que Torrijos aparece puesto sobre un pedestal. Es que el tipo tenía un carisma… se metía a la gente en el bolsillo, por su franqueza, su sencillez’.
Para Torrijos, continúa Morgan, el momento de decisión fue el golpe que intentaron hacerle el 15 de diciembre de 1969 los coroneles Amado Sanjur, Ramiro Silvera y Luis Nenzen Franco, cuando estaba en México.
‘A mí me contó Fernando Eleta, quien estaba también en México, en el mismo hotel, que cuando le avisaron del golpe, Omar lo llamó a su suite desesperado. Decía que tenía que regresar de todas formas a Panamá, porque él conocía a esa gente y que era lo peor que le podía pasar al país’.
‘Fernando Eleta le creyó y entre él y sus compañeros Rubén Darío Paredes y el mayor Rodrigo García, hicieron los arreglos para el viaje de regreso hasta David, Chiriquí, en avioneta’.
‘De allí se fueron en caravana hasta Panamá, a la que se le iría uniendo el pueblo. Ese viaje terminaría convirtiéndolo en el líder indiscutible de Panamá’, dice.
‘Después de esa intentona de golpe, Torrijos cambió. Allí tomó la decisión de que lucharía con todas sus fuerzas para liberar a Panamá del yugo que lo mantenía atado a los gringos’, recuerda Morgan .
Otro de los hechos que, de acuerdo con Morgan, más ayudaron a Torrijos fue la reunión del Consejo de Seguridad en Panamá, entre el 15 y el 21 de marzo de 1973.
La reunión fue un éxito para Panamá y al final se concluyó con una resolución en contra del colonialismo en la cuestión del Canal que recibió 13 votos a favor: Australia, Austria, China, Francia, Guinea, India, Indonesia, Kenia, Panamá, Perú, Sudán, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Yugoslavia. La denuncia hizo mella en el mundo entero.
En todo momento, Panamá contó con el apoyo irrestricto de los países latinoamericanos, especialmente los del presidente colombiano Alfonso López Michelsen y el venezolano Carlos Andrés Pérez.
Este último apoyo, dice Morgan, lo obtuvo él para Torrijos.
‘Yo había entablado amistad con Carlos Andrés Pérez a través de un mutuo amigo. En una ocasión lo recibí cuando visitaba el país por dos días, cuando ya era un dirigente político importante. En un momento, lo llevé a observar el Puente de las Américas y nos agarró un aguacero de padre y señor nuestro. Tuve que detener el carro y nos quedamos allí por un largo rato viendo el Canal. En un momento, Carlos Andrés me dice: ‘Mira, amigo Eduardo, mientras Panamá tenga aquí a la Zona del Canal no será un país realmente independiente… Tendrá su independencia disminuida’. Yo le respondí: ‘Caudillo, cuando usted llegue a la Presidencia nos va a ayudar’, a lo que él me contestó ‘Claro que sí. Cuenten conmigo”.
Con el tiempo, dice Morgan, él hablaría a Pérez de Torrijos y este quedaría convencido de que era ‘lo mejor para Panamá’, y lo apoyaría en muchos de sus proyectos, sobre todo, en la promoción de la causa panameña de los tratados.
Él sería uno de los firmantes de la Declaración de Contadora, junto a López Michelsen y Carlos Oduber, de Costa Rica.
La apertura de relaciones diplomáticas con Cuba (proscrita por la OEA en 1964, por presión de Estados Unidos) sería, en opinión de Morgan, otro de los puntos claves de la lucha panameña.
‘Esto lo recuerdo siempre con emoción, porque en mi casa se hacían las reuniones con los representantes de Venezuela, Costa Rica y Colombia y el de Cuba, Roberto Hernández. Se planeaba abrir las relaciones en conjunto. Sin embargo, Torrijos se cansó de esperar a que los demás países resolvieran sus problemas constitucionales’.
l 22 de agosto de 1974, Panamá abrió relaciones diplomáticas con Cuba que, un hecho que, según Morgan, nunca se ha analizado en su verdadero significado.
‘El día que se anuncia por radio la apertura de las relaciones, estábamos en la casa de Alberto Pons, otro gran amigo del general. Eso fue un escándalo. Torrijos, que era muy bromista, se reía, y decía que en cualquier momento llegaba el griego (‘Jimmy’ Lakkas) para decirle que eso no se podía hacer, porque los gringos se iban a molestar’.
‘No llegó Lakas, pero sí el embajador de Estados Unidos, William Jorden, con una declaración firmada, advirtiendo que no se debía abrir comunicación con ese país comunista’.
‘Torrijos lo miró de arriba a abajo y, sorprendido, le dijo ‘Embajador, usted se ha equivocado. Esto no es para mí. Esto es para el gobernador de Puerto Rico. Panamá es un país soberano que puede escoger a sus amigos”.
Abrir relaciones con Cuba era en el fondo una provocación, pero calculada. A la vez que anunciaba la visita de una delegación de panameños de alto nivel a Cuba, se cuidó de que esta fuera dominada por gente indudablemente de derecha. La comisión fue presidida por Nicolás Ardito Barletta, el ministro de Planificación, quien fue acompañado por Gabriel Lewis Galindo, y yo. También nos acompañaron Rómulo Escobar y Rodolfo Ahumada, que eran izquierdistas muy amigos de Fidel. A ellos Torrijos les dio instrucciones de mantener un bajo perfil’.
‘La apertura con Cuba fue clave, porque en aquel momento Fidel Castro era la figura más llamativa de la izquierda en el mundo y eso nos abrió puertas para llevar el mensaje de Panamá a otras fronteras y a amistades con otros líderes, como el Mariscal Tito, que era el jefe de los países no alineados’.
‘Torrijos empezó a recorrer el mundo. Iba a Israel y luego iba a Líbano… se metió en el alma de los demás… Así pudo convertir la causa de Panamá en la causa de América. Ello fue lo que obligó a Estados Unidos a firmar finalmente el Tratado Torrijos Carter’.
Por Alvaro Tomas
Publicado en el Diario La Prensa
Septiembre 1, 2016
Un artículo publicado el 25 de agosto de este año en la prestigiosa revista The Guardian, y escrito por la periodista Juliette Garside, describe la guerra de palabras y amenazas que hay entre el Departamento del Tesoro de Estados Unidos (EU) y la Comisión Europea por motivo de los acuerdos fiscales suscritos entre numerosos países europeos –todos miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)– e importantes empresas estadounidenses (ver: httpss://www.theguardian.com/business/2016/aug/25/war-of-words-eu-us-tax-avoidance-starbucks-apple-amazon?CMP=share_btn_wa).
El artículo describe un reporte de 24 de agosto de 2016, preparado para el secretario del Tesoro estadounidense, Jack Lew, que critica fuertemente a la Comisión Europea y la llama un “ente fiscal supranacional” (ver: httpss://www.treasury.gov/resource-center/tax-policy/treaties/Documents/White-Paper-State-Aid.pdf). Me imagino que al oír a los estadounidenses llamar a la Comisión Europea de tal forma, los señores de la OCDE se escondieron en un clóset.
Luego de tres años de investigaciones, el pasado 30 de agosto la comisaria antimonopolio de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, falló en contra de Apple e Irlanda. Estimó que dicha empresa evadió sus obligaciones fiscales con Europa y busca que pague la suma de 14 mil 500 millones de dólares en impuestos adeudados a la Unión Europea.
Su fallo que, sin duda, será apelado por la empresa y por Irlanda, puede desatar una guerra comercial entre ambas economías, ya que viola, entre otras cosas, el principio de seguridad jurídica con que se estableció Apple en Irlanda hace más de 30 años.
Este fallo ha animado a algunos europeos que insisten en que Estados Unidos (EU) sigue “comportándose como un paraíso fiscal”. Los que se atreven a hacer público su disgusto están furiosos porque dicho país no ha apoyado ninguna de las dos iniciativas para combatir la evasión fiscal y el lavado de dinero. Estas son: un registro público de los beneficiarios finales de compañías privadas, y la firma de los Common Reporting Standard (CRS) que permitiría el intercambio de información bancaria entre países.
Los CRS son las reglas que la OCDE y sus adláteres obligaron a Panamá a implementar, so pena de meternos en sus listas negras y acabar con la competitividad de nuestra plataforma de servicios legales y financieros.
La escalada verbal ha llegado al punto de que Molly Scott Cato, miembro del Parlamento Europeo, ha dicho que “el Tesoro estadounidense prefiere defender los intereses de sus multinacionales antes que promover la cooperación internacional y la pelea contra la evasión fiscal”. Las investigaciones de la Comisión Europea se extenderán a Starbucks y su acuerdo con Holanda, y a Amazon y su acuerdo con Luxemburgo. Alex Cobham, director del Tax Justice Network, dijo: “El Tesoro estadounidense ha disparado primero en una guerra fiscal con Europa. Y mientras se envuelve [EU] en la bandera de cooperación fiscal internacional, esto parece un intento más para prevenir una medida efectiva contra la evasión fiscal internacional”.
El reporte entregado al Departamento del Tesoro de EU establece que dicho país debe considerar represalias contra Europa y expresa que “Estados Unidos continúa considerando posibles repuestas si la Comisión [europea] mantiene su curso. Acuerdos fiscales vigentes podrían ser revisados y este tendría un efecto devastador para la inversión de EU en Europa”.
Palabras mayores. Veremos si ahora que se conoce el fallo el secretario Lew tomará medidas en defensa de las empresas estadounidenses y de la soberanía fiscal de las naciones.
Interesante será la posición que asuma la OCDE en esta confrontación. Es hora de que los señores de la OCDE reclamen al Estado norteamericano lo que con tanta valentía reclaman a las naciones más pequeñas, como Panamá. Veamos si, parafraseando a Rubén Blades, se atreven a meterse con el tiburón.
Ante la situación actual, nuestro país debe actuar con paciencia y cautela, pues si la guerra verbal se convierte en una batalla comercial entre Europa, la OCDE y EU es mejor, como dice el proverbio chino, “sentarse pacientemente junto al río y ver el cadáver del enemigo pasar flotando”.
Por Juan David Morgan
Publicado en Revista Portada
Edición agosto 2016
Hay quienes sostienen que los movimientos políticos y sociales responden a una teoría fundada en la oscilación pendular. Afirman sus seguidores que así como el péndulo, inevitablemente, oscila de un extremo al otro, también la conducta humana, cuando actúa colectivamente, se mueve de extremo a extremo deteniéndose brevemente en el centro.
Podemos citar varios ejemplos que parecen respaldar la teoría pendular. Después de la caída del absolutismo, en la Europa liberal se impuso a finales del siglo XVIII la doctrina del laissez faire, que promulgaba la libertad absoluta del individuo frente al Estado, cuya intervención en la comunidad debería limitarse al mantenimiento del orden público. Al calor de esa doctrina surgió la primera revolución industrial que más tarde conduciría al capitalismo. El péndulo se colocaba así en el extremo derecho del espacio social, aunque no duraría allí mucho tiempo. En el siglo XIX surgieron las doctrinas socialistas que pretendían desplazar el péndulo a su extremo izquierdo, lo que ocurrió finalmente en el siglo XX con el advenimiento del comunismo en países como la Unión Soviética y China. Allí se mantuvo el péndulo hasta que a finales del siglo pasado, cuando volvió a oscilar hacia la derecha con la caída del muro de Berlín. En nuestra América hemos visto también el péndulo oscilando de un extremo a otro, en un principio con el advenimiento de las dictaduras militares, que en un momento dado gobernaban en la mayoría de los países de América Latina, hasta que sobrevino la reacción que llevó el péndulo nuevamente hacia los regímenes democráticos. Y podría seguir con otros ejemplos, incluso en otras dimensiones de la conducta humana.
Pero lo que ahora interesa analizar, aunque sea someramente, es lo que está ocurriendo en el ámbito de la fiscalidad mundial. Desde fines del siglo pasado, impulsado por las necesidades de los Estados benefactores (que algunos prefieren llamar populistas o clientelistas), el péndulo empezó a moverse a gran velocidad hacia una necesidad frenética de cobrar cada vez más impuestos a los ciudadanos donde quiera que estos se encontrasen.
Integrados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un cartel de los países más desarrollados y ricos del planeta, estos comenzaron a presionar al resto del mundo para que todos adoptaran las mismas normas fiscales y para crear, a la vez, los mecanismos para su aplicación mediante el intercambio de información. Surgieron entonces las famosas listas discriminatorias, de variados colores oscuros, destinadas a imponer sanciones económicas a los países que no se doblegaran ante la nueva férula absolutista. Panamá fue una de sus primeras víctimas por poner como condición para aceptar las nuevas reglas del juego que estas se aplicaran a todos los países y jurisdicciones por igual (el llamado level playing field). Semejante osadía le valió a Panamá la inclusión en las listas negras de varios países, algunos de ellos miembros de la OCDE y otros sus obsecuentes servidores que para entrar al cartel de los ricos, aunque fueran pobres todavía, no dudaban en sacrificar las relaciones diplomáticas con naciones tradicionalmente amigas. (Así ocurrió con nuestra vecina Colombia, que para hacer mérito ante la OCDE no vaciló en colocar a Panamá en una lista de paraísos fiscales).
Pero también organizaciones internacionales, como el Grupo de Acción Financiera (GAFI), cuya creación realmente no había obedecido a temas fiscales sino a la iniciativa de combatir el lavado de dinero y el terrorismo, se apresuraron a equiparar la evasión fiscal al terrorismo y fabricaron sus listas negras, entre las cuales también fue incluido Panamá. (Gracias a las diligentes gestiones de este gobierno hoy ya estamos fuera de esa injusta lista). El arrebato final sobrevino a raíz de los tristemente célebres papeles hurtados a un bufete panameño, los mal llamados Panama Papers, cuya escandalosa revelación a través de casi todos los medios de comunicación ha logrado convencer al mundo de que no pagar impuestos, o tratar de pagar menos utilizando mecanismos legítimos, es un crimen de lesa humanidad, tan horrendo como el terrorismo, la trata de blancas y la esclavitud. Y así el péndulo de la fiscalidad llegó al punto más extremo, tanto que por un momento pareció que allí se quedaría estacionado para siempre. Pero —en la vida siempre hay un pero— un buen día los ingleses, hartos, entre otras cosas, del peso de la burocracia de Bruselas, fueron a las urnas y decidieron que Gran Bretaña salía de la Comunidad Europea. Entonces el péndulo comenzó nuevamente a inquietarse. Primero fueron las propias autoridades inglesas las que, apenas aprobado el Brexit y para mitigar sus consecuencias económicas adversas, declararon que para que Londres volviera a ser el Centro Financiero del Mundo bajarían los impuestos a las compañías extranjeras que se establecieran en Gran Bretaña. Y Francia, su vecino y rival histórico, sede de la OCDE y cancerberos del infierno de la fiscalidad, declaró enseguida que también Francia disminuiría considerablemente los impuestos para atraer a las empresas que después del Brexit decidieran abandonar Inglaterra. Y el péndulo comenzó a moverse.
¿Hasta dónde llegará? Aún no lo sabemos, aunque otros países europeos ya comienzan a ofrecer también incentivos fiscales para atraer empresas extranjeras. Lo que sí sabemos es que, frente a la necesidad de lucrar, dos de los países que con mayor ferocidad criticaban a los paraísos fiscales —(recuerdo a los amables lectores que la primera y principal característica de un paraíso fiscal, según la propia OCDE, es ofrecer mejores condiciones impositivas a los extranjeros que a los nacionales)— no dudaron en quitarse la careta para comenzar a hacer aquello que durante los diez últimos años han venido exigiendo a los demás países que no hagan.
¿Qué dirá la OCDE, que parece haber enmudecido después de las inconcebibles declaraciones de dos de sus países miembros más conspicuos? ¿Pondrá a Inglaterra en sus listas discriminatorias? ¿Se colocará Francia en su propia lista negra? ¡Qué esperanza! Aunque amanecerá y veremos hasta dónde se mueve el péndulo.
Eduardo Morgan, abogado socio senior de Morgan & Morgan, analiza la transparencia en el sistema legal y financiero de Panamá.
Source: CNN
https://edition.cnn.com/videos/spanish/2016/03/29/cnnee-dinero-intvw-morgan-sobre-panama.cnn
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