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¿Por qué aquí sí y allá no?

Dr. Eduardo Morgan Jr.

En 2001, Estados Unidos decidió tratar de cumplir con la propuesta de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de dar información a los países extranjeros de los depósitos de sus nacionales. A continuación transcribimos textualmente algunas de las reacciones que se suscitaron:

1. Carta de los congresistas al secretario del Tesoro: “Esa propuesta es contraria a la tradicional política del Departamento del Tesoro y del Congreso de estimular a los extranjeros no residentes a que depositen sus dineros en los bancos de EU, para que a su vez estos dineros puedan ser usados para estimular el crecimiento y desarrollo en este país… Adoptar esta propuesta pondrá a los bancos norteamericanos en desventaja con los bancos de nuestros competidores y resultará en un retiro significativo de depósitos extranjeros de los bancos de EU.

El retiro de los depósitos extranjeros… significará una reducción en los préstamos a empresarios locales, a propietarios de inmuebles y de negocios pequeños, lo que traerá como resultado una disminución en la fortaleza económica de las comunidades afectadas… Tenemos entendido, además, que ninguno de nuestros trading partners ha impuesto estos requerimientos en sus propias instituciones financieras. La adopción de estas reglas, por tanto, creará un nivel de competencia desleal que será motivo de la transferencias de depósitos que mencionamos”.

2. Carta de Jeb Bush, gobernador de Florida, al secretario del Tesoro: “Las nuevas reglas colocarán a los bancos norteamericanos en una posición de desventaja con relación a los bancos del Caribe y de Europa… y dañarán la habilidad de los bancos norteamericanos de seguir atrayendo depósitos foráneos”.

3. Carta, del presidente del Eagle Bank de Miami, al secretario del Tesoro: “El reglamento propuesto podría acelerar retiros de entre 15 billones y 20 billones, solamente en Miami, de depositantes latinoamericanos”.

4. Carta del congresista Crane al secretario del Tesoro: “Le recuerdo que Estados Unidos tiene cerca de 10 trillones de dólares de inversión extranjera, la cual se vería en peligro de perderse si el país se convirtiera en informante de las autoridades fiscales de otras naciones… Muchos Estados tienen leyes favorables, tanto impositivas como para la formación de sociedades, para atraer clientes en todo el mundo. Estas leyes incluyen a menudo medidas estrictas de protección a la privacidad las cuales no serían permitidas bajo las propuestas de la OCDE y la Unión Europea”.

La enérgica oposición de la opinión pública, encabezada por los banqueros y congresistas de la Florida, incluyendo a su gobernador, determinó que la propuesta del secretario del Tesoro no fuera ni siquiera discutida por el Congreso.

Se temía perder los millonarios depósitos de los clientes latinoamericanos. Para tratar de suavizar la oposición y apaciguar los temores, el Tesoro modificó su propuesta, limitándola a 16 países, entre los cuales no se encontraba ninguno de América Latina. Esta tampoco tuvo acogida y más bien lo que hizo Estados Unidos fue fortalecer su condición de paraíso fiscal al darles a los inversionistas extranjeros anonimato total.

Las interrogantes que surgen son: ¿por qué el empeño de nuestro gobierno de firmar un tratado de información fiscal con EU, que es precisamente el país que más se ha negado, públicamente, a dar información fiscal? Y ¿por qué no defendemos nosotros el centro financiero de Panamá con el mismo vigor con el que los norteamericanos defienden el de Miami?

Hay razones más que suficientes para que nuestro gobierno no cometa el error de celebrar con EU un tratado de información fiscal. Nuestro centro financiero es regional y nuestro principal mercado es el latinoamericano. Los depósitos totales son menos de $70 billones, es decir, mucho más de un trillón por debajo de Caimán y cerca de $300 billones por debajo de Las Bahamas. Pero los depósitos bancarios son de importancia fundamental para nuestra economía, porque nosotros ni tenemos banca central ni podemos imprimir billetes.

El dinero que mueve nuestra economía y que impulsa nuestro desarrollo, está en los bancos. Si los billones que tienen nuestros clientes latinos se mudaran a Miami, donde no pagan impuesto y tienen garantía de anonimato total, nuestro perjuicio económico será enorme y no podrá ser compensado ni por un TPC, ni mucho menos por la supuesta bonanza que traerían las convenciones de empresas norteamericanas. Como Estado soberano podemos negociar con EU un tratado de doble tributación que tome en cuenta nuestros intereses como país de renta territorial, la importancia del centro financiero para nuestra seguridad y también nuestra responsabilidad para con los extranjeros que tienen aquí sus inversiones.

No es la primera vez que EU trata de imponernos este convenio. Trataron en los 80, trataron con Endara, después de la invasión, y su último intento fue durante el gobierno de doña Mireya Moscoso. Siempre fracasaron, porque hubo gente inteligente y patriota que supo decirle no a los norteamericanos. Y ¿qué pasó? Crecimos como nunca, obtuvimos grado de inversión, el Fondo Monetario Internacional nos reconoció como un centro financiero modelo, iniciamos la expansión del Canal y este año tenemos el presupuesto más grande de la historia. Y además de todo ello, mantuvimos en alto la dignidad nacional.

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