Por Adolfo Linares
Diario La Prensa
Julio 24, 2015
DERECHO INTERNACIONAL
Panamá no es un paraíso fiscal, tampoco una excolonia europea sino un país independiente y soberano y, como tal, no debe aceptar las imposiciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). No existe razón legal en el derecho internacional público para hacerlo, y la verdadera razón de la OCDE es convertirse ellos en los reguladores fiscales del mundo para imponer sus intereses, acabar con la competencia fiscal y mantener un Estado gordo e ineficiente, en el que los únicos beneficiados serían tanto la “casta” de burócratas nacionales como internacionales.
Un país no puede ser obligado, coaccionado o chantajeado, vía listas negras, para firmar algo en contra de su voluntad –ver Convención de Viena sobre los Tratados Internacionales y la Carta Constitutiva de las Naciones Unidas–, de forma que aceptar las imposiciones de la OCDE sería ir contra los intereses del pueblo panameño. Se estaría violando nuestra Constitución y lesionando gravemente a los ciudadanos panameños y extranjeros residentes, puesto que se afectarían garantías fundamentales básicas, como el debido proceso, la presunción de inocencia, la inviolabilidad de la información y privacidad de esta; además de mediatizar la soberanía nacional por el hecho de entregar el control de nuestra economía y fiscalidad a la OCDE. Esto sería peor que el Tratado Hay-Bunau Varilla, que hipotecó nuestra soberanía al crear la Zona del Canal, pero con el agravante de que en esta ocasión el que firmaría no sería un francés y no se daría en la clandestinidad, con credenciales espurias, ni bajo la excusa de que sin esto la independencia hubiera fracasado.
El legado político del gobierno que ceda ante la OCDE, y ahora ante la Unión Europea, ya sea este o el que venga, significaría tirar por la borda todo un esfuerzo generacional del pueblo panameño por alcanzar nuestra total independencia y soberanía, que pudo concretarse en 1999 con la reversión del Canal, lo que significó el despegue de nuestro crecimiento sostenido. Además, el aumento sistemático y anual de la inversión extranjera directa (IED), a diferencia de las economías de la OCDE que están en crisis por tener gobiernos gordos e ineficientes, alimentados con altas tasas impositivas.
Si Europa quiere convertirse en un “infierno tributario” ese es su derecho, pero lo que no podemos permitir es que nos señalen de ser “paraíso fiscal” por no tener tasas confiscatorias como ellos, ya que un principio fundamental del derecho internacional es que el diseño de la economía y fiscalidad es un tema exclusivamente interno de cada país.
Ceder ante la OCDE es comprometernos a legislar para generar pobreza nacional, además se estaría defraudando todo el movimiento nacionalista por ser dueños de nuestro propio destino, sin presiones ni exigencias de nadie. Movimiento que pudiera rastrearse desde el incidente de la tajada de sandía, en 1856; la formación de Acción Comunal, en 1923; el rechazo a artillar la Marina Mercante, solicitado por Estados Unidos, en 1941, que le costó la Presidencia al Dr. Arnulfo Arias; la siembra de banderas de 1959 en la Zona del Canal; el rompimiento de relaciones exteriores con EU, en 1964; el rechazo de los tratados tres en uno, en 1967; la firma de los Tratados Torrijos-Carter, en 1977, y otra serie de expresiones y logros nacionalistas con los que el pueblo ha expresado que quiere ser dueño único de su propio destino. Esta es una aspiración legítima a la que no podemos renunciar.
No fue sino hasta 1999 cuando finalmente pudimos, como nación, tomar control de nuestro mayor activo, la posición geográfica. Basado en este y buscando la forma de exponenciar los beneficios a todo el país, se ha diseñado en el transcurrir del tiempo nuestra economía y fiscalidad, de la misma forma que los países de la OCDE, en su gran mayoría industrializados y con régimen fiscal de renta mundial, han diseñado la suya. Ellos tienen su derecho de hacerlo y nosotros el nuestro, así de sencillo.
Lo que pretende la OCDE es que la economía y fiscalidad de Panamá se diseñen no para beneficiar al pueblo, sino a los Gobiernos miembros de esa organización, y eso es inaceptable. Si cedemos, el desarrollo del país ya no dependerá de nosotros, sino de la OCDE y eso sería catastrófico.
Es importante tener presente que la única defensa y protección de los países pequeños, como Panamá, ante el bullying de las naciones grandes y poderosas es exigir el respeto del derecho internacional público, que se implementó precisamente para evitar los abusos que en el pasado sufrieron los países pequeños ante los “imperialistas”, uso este término no por ser seguidor del socialismo del siglo XXI, nada más lejos de la verdad, sino porque la evolución del derecho internacional se originó para evitar que la Europa colonial, junto con el advenimiento de Estados Unidos, como potencia mundial, abusaran de los países pequeños.
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