Por Alvaro Tomas
Publicado en el diario La Prensa
Febrero 1, 2016
El título de este artículo no es de mi autoría. Bloomberg Businessweek, una de las agencias de noticias financieras más prestigiosas del mundo, publicó un artículo escrito por Jesse Drucker, el día 27 de enero de este año, titulado The World’s Favorite New Tax Haven Is the United States (ver: https://www.bloomberg.com/news/articles/2016-01-27/the-world-s-favorite-new-tax-haven-is-the-united-states). En este, el autor detalla cómo Estados Unidos (EU) ha engañado magistralmente a sus esbirros europeos con Fatca (Foreign Account Tax Compliance Act) y el grito de “transparencia” con el único objetivo de monopolizar el negocio de manejo de fondos activos financieros y la formación de sociedades anónimas.
Este artículo es una gaznatada a los miembros del club privado llamado OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) y la razón por la cual Panamá debe seguir defendiendo su plataforma de servicios financieros.
Drucker procede, con la calma de un cirujano, a describir el efecto positivo que ha creado EU para su plataforma de servicios financieros y legales al exigir transparencia fiscal al mundo entero con su famoso acuerdo Fatca, pero negándose a firmar los acuerdos de transparencia que exige la OCDE al resto de los países.
Cita a un ejecutivo llamado Andrew Penney, de la empresa Rothschild & Co., que en septiembre del año pasado dio una charla en San Francisco, California, donde expone ejemplos de lo que pasaría cuando un extranjero abre una cuenta bancaria en EU y concluye con lo siguiente: “Usted puede ayudar a sus clientes a mover sus fortunas a EU, libre de impuestos y escondido de sus Gobiernos. Algunos lo llaman la nueva Suiza”.
Inspirado en Fatca, advierte Drucker, la OCDE creó estándares más estrictos para evitar la evasión fiscal. Desde 2014, 97 jurisdicciones han firmado los llamados Common Reporting Standards de la OCDE y solo se han opuesto totalmente Vanuatu, Bahréin, Nauru y… EU.
Les recuerdo que Panamá, al igual que las Bahamas, aceptó adherirse este año, a disgusto de la OCDE, puesto que pusimos como condición que fuera de forma bilateral, a requerimiento y solamente con los países que consideramos nos resulte beneficioso.
Es decir, EU, que armó el alboroto del intercambio fiscal, le sacó el dedo mayor a Pascal Saint-Amans y a su séquito de burócratas, quienes se dan la grande vie en París sin pagar un céntimo en impuestos. Pero parece que ya algunos europeos empiezan a caer en cuenta de la gran contradicción. Sven Giegold, miembro del parlamento alemán, afirma: “Tengo mucho respeto por la administración Obama, ya que sin sus primeras movidas no hubiéramos llegado a los estándares de intercambio”. Luego, agrega, (presumo que en tono de resignación): “Por otro lado, es hora de que Estados Unidos entregue a los europeos lo que estos están dispuestos a entregar a los EU”. Amigo Giegold, la información fiscal automática la recibirán en Europa, como dicen los gringos, cuando se congele el infierno.
Más temprano que tarde, nuestro vecino Colombia saldrá de su estado de éxtasis por entrar en la OCDE y reconocerá que los fondos depositados en Panamá por colombianos no regresarán a Colombia, saldrán para EU, bajo sociedades anónimas norteamericanas de Delaware, Nevada o Wyoming.
Además, que las autoridades colombianas al pedir información fiscal de sus coterráneos recibirán la siguiente respuesta de las autoridades norteamericanas: que no pueden entregársela pues no saben quién es el beneficiario final de la sociedad o, si tuvieran cuenta bancaria, tampoco porque está cubierto por el derecho a la confidencialidad. Colombia se tendrá que someter al intercambio a requerimiento y no al intercambio automático al que aspiran y el cual exige el club de naciones ricas ya mencionado. Para ese momento, Colombia habrá afectado las relaciones comerciales y diplomáticas con Panamá para siempre.
Avistada, anunciada y alertada la estrategia norteamericana por varios juristas locales, los europeos empiezan a caer en cuenta sobre la verdadera componenda y el resultado de la estrategia norteamericana cuyo objetivo siempre fue dominar el mercado de servicios financieros y legales. Ahora deben reconocer que cayeron en una trampa, trampa esta en la que Panamá no puede darse el lujo de caer.
Y para los que piensan que los gringos no son capaces de planear esto y conspirar económicamente contra otros países con tanta premeditación, les recomiendo leer Confessions of an Economic Hit Man (2005), de John Perkins.
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