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Hipocresía de la OCDE

Por Alvaro Tomas

La palabra hipocresía tiene diversas fuentes etimológicas. A mí me gusta más la combinación griega de hypo que significa «máscara» y crytes que significa «respuesta».  Es decir, se puede traducir como “responder con máscaras”. Puedo visualizar, sin mucho esfuerzo, a los burócratas de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) riéndose a carcajadas de los países del tercer mundo en mascaradas, creyéndose que son importantes líderes mundiales, degustando finos vinos y quesos franceses en la Ciudad de la Luz. Por eso hay que quitarles la máscara.

Los exhorto a leer un reporte de noviembre de 2015 que hizo EURODAD denominado “50 Sombras de Elusión Fiscal”, en una clara parodia al libro 50 Sombras de Grey, en el enlace  https://www.eurodad.org/fiftyshadesoftaxdodging. EURODAD es una red de 46 organizaciones de la sociedad civil, localizadas en 20 países europeos, creada con el fin de transformar políticas e instituciones europeas en la búsqueda de erradicar la pobreza y asegurar derechos humanos iguales para todos.

Dicho reporte ayuda a entender la máscara que usa la OCDE. El resumen menciona como Francia y el Reino Unido, otrora potencias mundiales, han jugado un papel primordial en bloquear las aspiraciones de los países en vías de desarrollo para sentarse en la mesa donde se establecen los estándares y las reglas impositivas que afectan al mundo. Al menos el escrito resalta que existe más conciencia de que los países más pobres del mundo son impactados negativamente por un sistema de impuestos global que ellos no crearon y que las ha sido impuesto por naciones más poderosas.

Leerán como los países europeos, para no afectar la competitividad de sus economías, ignoran a su conveniencia las directrices de la OCDE. Por ejemplo, el reporte acota que Francia “una vez era el líder en la demanda para acceso público a la información de lo que pagan las multinacionales en impuestos y ahora, ha dejado de empujar la transparencia corporativa”. Y así pueden ver como muchos países de la OCDE están identificados con el color rojo en el informe (Holanda, España, Alemania, Italia, entre otros), es decir, fallan en sus esfuerzos por cumplir con la transparencia que nos piden a los países en vías de desarrollo -como Panamá- que ofrecemos una plataforma de servicios financieros que está íntimamente ligada a nuestro crecimiento económico y al bienestar de nuestros ciudadanos.

Como reafirma el reporte, la realidad es que más de 100 países en vías de desarrollo son excluidos del proceso de toma de decisiones, a nivel mundial, en temas de impuestos. La Unión Europea, cuyos miembros son todos de la OCDE, ha sido instrumental en mantener el tema impositivo global en manos de ese club de países ricos y en negar que los países pobres sean escuchados como establece y demanda el derecho internacional público.

Mi objetivo no es, como si se tratara de una conspiración producto de mi imaginación, repetir incansablemente que la OCDE es un antro lleno de burócratas sinvergüenzas y que está empeñada en acabar con las plataformas de servicios financieros de países pobres.  Lo que quiero es presentar hechos concretos, informes, lecturas y artículos escritos en prestigiosas revistas por destacados periodistas que también critican y se sienten ofendidos por la hipocresía y el daño que cometen organismos como la OCDE al tratar de  acabar con la competencia por atraer inversiones extranjeras que tanto necesitan países como el nuestro.

Hace dos días leí unas declaraciones para Televisa del Viceministro de Relaciones Exteriores de Panamá Luis M. Hincapié y de la Secretaria Técnica de la Comisión de Alto Nivel Presidencial para la Defensa de los Servicios Internacionales y Financieros de Panamá (CANDSIF), Laura Barrios Altafulla. En dichas declaraciones, Barrios e Hincapié advierten que si los Estados Unidos de Norteamérica se adhiere al acuerdo de intercambio de información automática de la OCDE, Panamá podría moverse en esa dirección. Además, recuerdan que Panamá se comprometió a compartir información fiscal de manera automática, pero siguiendo sus propias reglas, como hace, por ejemplo, los Estados Unidos. Estos funcionarios valientes no han hecho más que exigir el principio básico del “level playing field”; exigir que nos traten a todos los países por igual como establece el derecho internacional público; pedir que permitan que los países en vías de desarrollo escojan su camino para salir de la pobreza y quitarle la máscara a la OCDE. Enhorabuena. Viva Panamá.

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