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La Política del Chantaje

Por:    Julio E. Linares Franco

Abogado  

Se ha explicado, escrito e informado hasta la saciedad que un tratado de intercambio fiscal firmado por Panamá sería perjudicial por las características de nuestra doctrina impositiva.     Nuestra economía de servicios basada principalmente en un sistema fiscal territorial, la vigencia de una ley de sociedades anónimas que, aunque con casi noventa años de existencia ha demostrado ser de avanzada, normativas de tipo bancario y financiero actualizadas, todo esto aunado a la creación de nuevas penalidades en nuestro procedimiento criminal en cuanto a delitos de lesa humanidad como el blanqueo de capitales, el lavado de dinero, el terrorismo y el narcotráfico, han puesto a Panamá al día en lo referente al castigo y la persecución de estos flajelos.

Desde que nacimos como República independiente en 1903, aún con una soberanía mediatizada por el tema canalero, siempre nos hemos enfrentado con dignidad al denominado coloso del norte.     Con respecto al tema tributario ni antes del golpe de estado de 1968, ni en la peor época de la dictadura y menos en el tiempo siguiente al 20 de diciembre de 1989, cuando Panamá estuvo en su punto más débil y frágil como nación recientemente invadida, saqueada y con sus arcas públicas totalmente despilfarradas, se le ocurrió flaquear a ningún dirigente panameño en detrimento de nuestros intereses.

La política implica negociación.     Si no podemos obtener todo, cedamos hasta donde nos permitan los argumentos, la lógica y la decencia.  En 1991 fuimos fuertemente presionados por los norteamericanos ante su afán de imponernos un acuerdo de carácter tributario.   Pero negociamos, no claudicamos y ese término medio nos llevó a la firma del Tratado de Asistencia Legal Mutua en el que no se incluyeron temas fiscales.    Y es que ante no firmar un pacto fiscal, convenio que exigen los gringos, la media sería un tratado de doble tributación.     Y si persisten en no firmar uno porque no lo aceptan, entonces ¿Porqué seguirles el juego?.    

Casi veinte años después estamos en una posición mucho más fuerte.    Con un crecimiento económico que es envidia para nuestros vecinos, con la firma de más de diez tratados de doble tributación, con nuestra inclusión como país de grado de inversión por prestigiosas calificadoras de riesgos, en fin, aún a pesar de nuestros problemas de pobreza, inseguridad y corrupción, hemos avanzado muchísimo desde aquellos no muy lejanos días de la era post invasión.

Por todo lo anterior queda uno atónito, por decir lo menos, al escuchar a un alto dirigente estatal señalar públicamente que “Panamá firmará pacto fiscal con EU para lograr el comercial”.    Y es que los derechos, obligaciones y  razones que llevaron a efecto la firma del TPC ya fueron cumplidas.    Panamá no tiene ni debe dejarse imponer ahora otra condición, dizque para lograr la firma del TPC.    Convenio cuya ratificación senatorial no depende de quienes estarían firmando el acuerdo fiscal, lo que implicaría la doble tragedia de contar con un pacto tributario que nos debilitaría a nivel financiero y soberano y encima de todo, sin obtener la seguridad de la ratificación del TPC.

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