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Panamá, la OCDE y los Estados Unidos

Eduardo Morgan Jr.

Por causas fácilmente entendibles pues son producto de una equivocada publicidad, en nuestro país existe la errada impresión de que la OCDE es la organización internacional responsable de fijar las reglas internacionales fiscales que incluyen la transparencia y el efectivo intercambio de información entre los Estados.  Nada más alejado de la verdad.   La OCDE, un Club, una asociación de países ricos, un think tank, como lo denominan Paul Krugman y la revista The Economist, es financiada por sus 32 socios, de los cuales EE.UU contibuye con el 25% de su presupuesto y ello le da derecho a fijar las políticas de la organización.   Sus 2500 funcionarios se dedican a hacer estudios económicos para beneficio de sus socios y, basados sobre estos estudios,  establecen modelos que ayudan al intercambios entre las economías de sus miembros.  Entre estos modelos están los que se refieren a Tratados para evitar la Doble Tributación.  También está, entre sus políticas, evitar que terceros países compitan con sus socios en actividades financieras.    Esto lo afirmo porque así aparece plasmado en un documento que hicieron público en el año 2000 (era secreto) en donde dijeron (de manera inconsistente, quizá inadvertidamente) que: GLOBALIZACIÓN Y LIBERACIÓN DE MERCADOS FINANCIERO:

  1. Uno de los elementos que ha impulsado la globalización durante la última década  ha sido la liberación de los mercados financieros, una tendencia que ha promovido la OECD.  La liberación fue en parte una respuesta a la amenaza  a los mercados financieros representada por los Centros Financieros foráneos.  Tales centros financieros durante las décadas de 1960 y 1970 fueron capaces de atraer instituciones financieras extranjeras ofreciendo un sistema bancario  y un sistema impositivo regulado al mínimo en un momento en que los adelantos tecnológicos los hacían fácilmente accesible.  Al fluir el capital hacia los centros financieros foráneos amenazando con minar los mercados financieros tradicionales se tomaron cierto número de reformas reguladoras para nivelar el terreno de juego entre la banca local y foránea. (1)  Los controles de cambios fueron eliminados.  Algunos países establecieron mercados para competir directamente con los centros financieros foráneos.  Además,  se hicieron esfuerzos para armonizar la regulación de los mercados financieros sobre una base global.

De aquí la razón de su guerra contra los países competidores, que ellos calificaron como paraísos fiscales, que también explica la creación de muy publicitadas listas negras, grises, y blancas. El proceso Io iniciaron con un llamado a la colaboración universal para evitar la competencia fiscal dañina, y persuadieron a los países no miembros a que se comprometieran a acatar las reglas para evitarla, en detrimento de los ingresos legítimos de otros Estados. Panamá fue visitado por la OCDE, visita entonces de sutil convencimiento, y en consecuencia nuestro gobierno acordó formar parte de esta loable iniciativa. De allí la carta de 15 de abril de 2002, la cual, muy inteligentemente, fue condicionada a lo que en inglés se denomina el Level Playing  Field, es decir, condiciones iguales para todos. Esta carta de Panamá ha sido esgrimida por la OCDE como un “compromiso”, y muchos de nuestros funcionarios, en el pasado gobierno y en éste, han creído que, efectivamente, Panamá tiene un compromiso “formal”, con la OCDE, de reformar sus leyes según ésta le exija;  y en caso de no hacerlo incurriríamos en delitos internacionales sujetos a sanción por el resto de los países del mundo (listas negras, grises y blancas). Para los que hemos estudiado derecho internacional, y a los que sin ser abogados tienen la cultura suficiente para saber cómo los Estados conducen sus relaciones, esto no es más que risible. El Estado panameño sobre este tema,  no ha hecho “ningún compromiso internacional”  ni con otro Estado, ni con ninguna de las verdaderas organizaciones internacionales de carácter multilateral de las cuales somos parte mediante los instrumentos jurídicos pertinentes. De tener razón la OCDE y los panameños que respaldan sus aseveraciones, se habría tenido que negociar un Tratado. Este “tratado”, conforme a los trámites usuales, luego de firmado por el Canciller o por quien representó en ese momento a Panamá, debería someterse a la Asamblea Nacional, convertirse en Ley de la República, y promulgarse en la Gaceta Oficial.

EE.UU. ha utilizado los mecanismos e instrumentos de la OCDE, para presionar a los gobiernos con el argumento de las listas negras, grises y blancas y convencer a Panamá  para que terminemos de cederles nuestra soberanía fiscal. Esto no es nuevo y están tratando de hacerlo desde hace más de 25 años. En esta ocasión confiamos que el actual gobierno seguirá las huellas del ex presidente Guillermo Endara, quien con dignidad y patriotismo rechazó las injustas pretensiones de EE.UU. Esperamos que los funcionarios y asesores encargados del tema sean conscientes de lo que todo el universo conoce: que el paraíso fiscal por antonomasia, y además  no transparente puesto que no da información fiscal a nadie, sólo a Canadá, es EE.UU.   Y que al cederle nuestra soberanía fiscal, el perjuicio a nuestro centro financiero beneficiará en  proporciones semejantes al centro financiero de Miami.

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