Dr. Eduardo Morgan Jr.
Diciembre 2007
No creo que en la historia de Panamá encontremos un crecimiento económico como el que estamos viviendo ahora. Quizá durante los años de la segunda guerra mundial, cuando la población era todavía muy pequeña, pudo darse algo parecido, consecuencia de las muchísimas bases militares que había en todo el país y de los miles de soldados norteamericanos acantonados en Panamá. La diferencia es que ese crecimiento era evidentemente artificial y terminaría al finalizar el conflicto bélico, como efectivamente ocurrió. En cambio, el crecimiento actual es real y, en mi opinión, está apenas en sus inicios y llegará al punto de convertir a Panamá en el país más rico de América.
La gran riqueza de Panamá es su privilegiada posición geográfica y su historia de país de tránsito que influyó en la formación de sus habitantes con una idiosincrasia muy diferente al del resto de los países de América. Somos una nación que ve al extranjero como parte de su entorno y qué, además, no cree en la violencia. En Panamá termina la lucha armada como solución política con su separación de Colombia, y en los más de 100 años de República no ha habido guerras civiles ni por política ni por desequilibrios sociales. Al recuperar su plena soberanía a la terminación de la ocupación norteamericana y con el retiro de sus tropas, Panamá, sin esa influencia externa desestabilizadora, entra en un periodo de democracia política total, garantizada con la eliminación del ejército y con la salvaguarda de su activo más importante, el Canal, de los vaivenes de la política.
Para la comprensión cabal de porque el desarrollo económico tiene sus inicios ahora, y el porqué de su aceleración extraordinaria, debemos remontarnos al Tratado de 1903 celebrado con EEUU para hacer posible la construcción del Canal y de la interpretación que la gran potencia le dio a las cláusulas económicas que beneficiaban a Panamá. El tratado dejaba fuera de la concesión a las ciudades de Panamá y Colón –las ciudades terminales del Canal- y a sus puertos. Con una interpretación evidentemente absurda, con la complicidad activa del Ingeniero francés Philippe Bunau Varilla, que era el negociador por Panamá, cuyo nacimiento como República Independiente tenía escasos mes y medio, se dejó a Panamá sin sus puertos del Atlántico y del Pacifico y ambas ciudades quedaron en verdad convertidas en “gettos” al limitarse sus áreas sólo a lo construido, eliminando sus ejidos adyacentes.
La triste realidad fue que su posición geográfica, su única riqueza, fue secuestrada durante casi cien años. Panamá, un istmo entre dos mares y en el medio de las grandes masas de la América de Norte y del Sur, quedó efectivamente aislada del mar y de toda comunicación interoceánica. Incluso hasta el año 1948 carecía de aeropuerto y de comunicación aérea propia y sus comunicaciones inalámbricas también estaban en manos de EEUU.
La pérdida de ese recurso llegó a extremos inverosímiles, como fue la exclusión de los panameños de poder trabajar en el Canal, el monopolio de EEUU de la comunicación interoceánica, la consolidación de la Colonia llamada Zona del Canal, con un gobierno propio, que incluía desde gobernador, jueces, policía y servicios públicos, con fronteras delimitadas e incluso aduanas, para impedir que los panameños pudieran hacer negocios derivados de su posición geográfica y del Canal. Panamá tuvo que ingeniarse para sobrevivir como Estado y los panameños se convirtieron en pioneros de los instrumentos jurídicos que requería la incipiente globalización de la economía mundial. De esa necesidad surgieron el primer Registro Abierto de Naves, la Ley de Sociedades Anónimas, la Zona Libre de Colón, entre otras. De su gran debilidad le vino el ingenio para sobrevivir, que le dio el adoptar el dólar como moneda, uniendo ello a la territorialidad del impuesto sobre la renta, que le permitió la creación de un Centro Financiero en los años 1970.
Los Tratados Torrijos-Carter, de 1977, tienen plena vigencia desde el 31 de diciembre de 1999. En el último día del siglo EEUU devuelve el Canal a Panamá, sus tropas se retiran de las bases militares que ocupaban un gran porcentaje de sus riberas, y por fin Panamá es dueña de su destino y de su gran riqueza potencial.
Tenemos sólo que mirar las cifras del movimiento de contenedores de trasbordo en los puertos del Canal. De no mover ni 20mil contenedores a principios de los años 90, estamos llegando a 2.7 millones; los aportes del Canal, en dinero efectivo al presupuesto del Gobierno Central, está por encima de los 700 millones y se espera que con la ampliación esta suma sobrepasará los 4mil millones en el 2025. El desarrollo de la antigua base militar de Howard, en la orilla Oeste del Canal, prácticamente duplicará la ciudad de Panamá con negocios nuevos como, por ejemplo, la reparación y mantenimiento de aviones.
Nuestra riqueza es, tanto la posición geográfica, como el su recurso humano, es decir, el panameño. Esto hizo posible el Canal y es la que nos da una conectividad mundial total. Panamá está cruzada por varios cables ópticos que le dan mejor conectividad en materia de telecomunicaciones que la de ningún otro país; su hub aéreo es el número uno de las Américas; sus puertos los más modernos y eficientes; su territorio está fuera de la ruta de los devastadores huracanes que asolan periódicamente el Caribe y la costa este de EEUU; goza de un clima que podríamos catalogar de benigno y un sistema de gobierno democrático ya probado; y posee leyes atractivas a la inversión extranjera, como lo es la nueva ley de Sedes Regionales. La recuperación de la posición geográfica nos convertirá rápidamente en el Singapur de América.
Es mucho lo que se puede escribir sobre este tema pero el increíble crecimiento del 11.3% es sencillo de entender. Imaginémonos que el petróleo de Arabia Saudita hubiese estado en manos de otro país hasta el año 2000 y que ésta empezara a recibir los beneficios sólo a partir de ese año.
Eso es lo que está sucediendo con Panamá y por ello la razón de mi comentario de que nuestro desarrollo, nuestro crecimiento económico, está apenas comenzando.
Deja un comentario
Disculpa, debes iniciar sesión para escribir un comentario.