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Ideas para sepultar una cátedra

Por Aristides Royo

Publicado en La Estrella de Panamá

Febrero 24, 2014

 
2014-02-24 — 12:00:00 AM — Un par de motivos más o menos oficiales han sido expuestos para justificar la eliminación de la cátedra de Historia de las Relaciones entre Panamá y Estados Unidos aunque se utilizó como subterfugio la Ley 48 de 2012, que sutilmente la subsumió dentro de la historia general de Panamá. La realidad es que el importante contenido de la cátedra específica que abarcaba desde 1821 hasta el 31 de diciembre de 1999, ha desaparecido del mapa de los estudios en los planteles educativos.

Como era imposible tapar el sol con las manos, las autoridades han rizado el rizo al decir que recordar no es vivir, pues al contrario, eso de someter a los estudiantes a la tortura de conocer las luchas patrióticas de generaciones de panameños durante dos tercios del pasado siglo, puede llegar a convertirlos en seres bipolares, que sostendrían una relación peligrosa de amor-odio hacia Estados Unidos.

Otra de las razones invocadas ha consistido que no es recomendable enseñar hechos de los tiempos pasados en que no éramos totalmente soberanos. Es decir, entre 1903 y 1999, nada más que casi toda nuestra historia, noventa y seis años de los ciento diez que llevamos como Estado independiente, mediatizado por alguna que otra cesión a perpetuidad de tierras y aguas, la imposibilidad de contar con puertos propios en las ciudades terminales y el derecho que constitucionalmente concedieron nuestros antepasados para que Estados Unidos interviniera en nuestros asuntos internos, verbigracia la alteración del orden público.

Dado que uno de los principios más importantes de las relaciones internacionales es el de la reciprocidad, el gobierno panameño podría sugerirle al de Estados Unidos que, así como en Panamá, gracias a la Ley 48 de 2012, se ha dejado de enseñar la historia entre ambos países, pues así no se crearán tensiones y se olvidará que carecíamos de soberanía plena en todo nuestro territorio, en las universidades y colegios privados y estatales de la nación norteña, se elimine la cátedra conocida como Historia Americana.

El gobierno le explicaría a sus autoridades académicas que revelarle a los adolescentes norteamericanos el lanzamiento al agua de las pacas de té en el puerto de Boston, podría causarles traumas psicológicos e inducirlos al belicismo. Como quiera que la cátedra de historia eliminada incluía el escándalo del Canal, que quisieron y no pudieron construir los franceses liderados por Ferdinand De Lesseps, se le solicitaría al gobierno de Francia que suprimiese en la enseñanza de su historia, las derrotas de los galos en las guerras franco – prusiana de 1870 y en la de 1940, seguida de una ocupación por los nazis que duró cuatro años, ya que ello podría afectar las buenas relaciones franco-alemanas.

En el amplio espectro de la educación mundial, Panamá podría obtener el reconocimiento de la UNESCO por haber adaptado un nuevo principio en la enseñanza de la historia de las relaciones internacionales, el cual consiste en contar solo lo bueno y evitar lo malo y lo feo. Si bien se despojaría a los estudiantes de sentimientos patrióticos y nacionalistas, inspirados en los hechos difíciles y heroicos de su historia, los educandos serían más despreocupados y felices como podrían ser los zombies si existiesen. En aras de esa felicidad que proporciona la ignorancia, pues el saber causa preocupaciones, pueden revisar los hechos históricos, de modo que el marino que se negó a pagar una tajada de sandía actuó de buena fe, porque la pulpa de la jugosa fruta estaba blanca en lugar de roja.

Puede que en el fondo de esta moraleja amarga, lo que late en el ánimo de quienes no desean restablecer esta importante cátedra de historia específica de las relaciones entre Panamá y Estados Unidos es la convicción de que los docentes encargados de impartirla son de izquierda. Si a lo largo de muchas décadas en las que se ha enseñado historia de Panamá y en lo que ha durado la cátedra hoy sepultada, la influencia de profesores izquierdistas hubiese sido notoria, el Partido del Pueblo, marxista-leninista, es decir comunista, sería el partido más grande del país.

Si el hecho de protestar fuese patrimonio exclusivo de las izquierdas, entonces fueron grandes izquierdistas Eusebio A. Morales, José Domingo de Obaldía, Belisario Porras, Ernesto T. Lefevre, Guillermo Andreve, Harmodio Arias y el más izquierdista de todos el presidente Roberto F. Chiari, pues, con mucho decoro y dignidad, rompió relaciones con Estados Unidos.

Quien sostenga la fantasmagórica tesis de ver las sombras de la izquierda en todas partes, teñida de un malsano macartismo obsoleto, ignora que los problemas de Panamá con Estados Unidos tuvieron como causa principal el ignominioso tratado Hay-Bunau Varilla y las injustas interpretaciones del mismo, la imposición de fallos como el de White en la disputa con Costa Rica, el desarme de la policía y agresiones como la del 9 de Enero de 1964. Todo eso forma parte de un pasado que todo panameño debe conocer, pues forma parte de nuestra historia y de la madurez que fuimos adquiriendo con las luchas nacionalistas.

Hoy, las relaciones de Panamá con Estados Unidos son buenas y amistosas, sin resentimientos y sin conflictos, pues ya somos soberanos en todo nuestro territorio. Somos un país más en la geopolítica del hemisferio americano y no sé si todos, pero eso fue lo que quiso y quiere la inmensa mayoría de los panameños.

EX PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y ACADÉMICO NUMERARIO DE LA ACADEMIA PANAMEÑA DE LA LENGUA.

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