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Conferencia Sobre Diciembre 20 1989

Invitación de la Universidad de Panamá en el contexto del Ier Foro Universitario:  «Consecuencias e implicaciones de la invasión del 20 de diciembre de 1989: Aspectos históricos, económicos y políticos».

Eduardo Morgan Jr.

Diciembre 2009

Dentro de 10 días, el 20 de Diciembre, recordaremos el vigésimo aniversario de la cruenta y dolorosa intervención armada de Estados Unidos, y este mismo mes, el 31, celebraremos una década  de ser un país totalmente independiente, dueños de nuestra riqueza y libres de bases militares extranjeras.

Hoy, quiero aprovechar la honrosa invitación del señor Rector de la Universidad para hacer un repaso de nuestra relación con el Imperio Estadounidense, analizar cómo éste se apoderó de Panamá, cuál fue el común denominador de la lucha de varias generaciones y de los prohombres que las lideraron  para llegar a ese glorioso 31 de diciembre de 1999, y cómo se evitó que los sucesos que  hoy recordamos, no malograran esa fecha.

En los libros de historia y en los que recogen la evolución del Planeta, aparece la importancia de nuestro Istmo que al emerger del océano cambió la geografía, el clima y la flora y fauna de la tierra. La geografía y la ubicación de nuestro Istmo como estrecha frontera de los dos grandes mares hizo a Panamá uno de los puntos más estratégicos para las potencias militares y para el comercio global. Recordemos  durante el Imperio Español la fundación de la ciudad de Panamá, primera en el pacifico americano, y las ferias de Portobelo.  Recordemos también, el camino de Cruces, que utilizaba la ruta de Chagres, el Camino Real, que partía de Portobelo, y el Tratado Mallarino-Bidlack, primer paso del naciente imperio norteamericano durante el Panamá colombiano para asegurarse el uso del Istmo para su expansión que llevó a nuestro nacimiento como República Independiente bajo la protección del Imperio.

Los patriotas panameños confiaron en que la independencia  aseguraría  la construcción del Canal y el resurgir de la Nación como el gran centro de comunicaciones del orbe, con un  gran desarrollo comercial y la prosperidad para todos los panameños. Por ello, la cláusula importante para nosotros en el tratado que le impusieron los Estados Unidos, mediante la confabulación entre John Hay y Philippe Bunau-Varilla  era la que excluía de la concesión a Panamá y Colón, las ciudades terminales del Canal, y  a sus Puertos.

Para la gran sorpresa de los panameños EEUU tomó enseguida las primeras medidas para el establecimiento de una Colonia. Ya no es una concesión, una Zona Libre dentro de Panamá para el exclusivo propósito de construir, operar y defender el Canal, tal como lo habían interpretado los panameños, sino llana y simplemente una colonia, con leyes propias, impuestos, tribunales, correos, actividad  comercial de terceros autorizados por el nuevo gobierno de la Zona, y hasta con Consulados extranjeros para promover el comercio internacional.

Dicha actitud de Estados Unidos provocó la inmediata reacción del gobierno panameño con argumentos fundados tanto en la letra como en el espíritu  del tratado. Esta interpretación nunca varió durante todos los años de vigencia del Tratado Hay-Bunau-Varilla.  El  19 de enero de 1904 el nefasto Bunau-Varilla, había firmado  a petición de John Hay la ignominiosa carta en la que so pretexto de interpretar el tratado, nos arrebató los puertos y convirtió en verdaderos guetos a las ciudades de Panamá y Colón. Los puertos de Panamá y Colón fueron siempre los actuales, donde anclaban los barcos mercantes, y los muelles eran los existentes en La Boca, el término Pacífico del Canal. En Colón era igual. Pero Bunau-Varilla y Hay, para arrebatárselos a Panamá, dispusieron que eran, en Panamá, el actual Muelle Fiscal, solo utilizado por balandras y con marea alta, y en Colón algo similar. Esto no solo fue un despojo sino también una burla cruel. En el caso de las ciudades de Panamá y Colón , la carta firmada por Bunau-Varilla dice: “En mi concepto la expresión “ciudades de Panamá y Colón” corresponde al espacio real cubierto efectivamente por las dos aglomeraciones de casas, y no puede entenderse que se refiera a ninguna definición administrativa que cubra una superficie teórica”. Y añadió:

“Considero que los Estados Unidos no está obligado a ceder ni una pulgada fuera de la superficie real cubierta por las aglomeraciones en ambos casos, y que no puede surgir ninguna protesta si no permite que un espacio suburbano se añada a la superficie real para el desarrollo posterior de las poblaciones”.

Esta carta con la que oficialmente nos despojaron del acceso al mar y relegaron a las ciudades terminales a simples y pobres guetos, era desconocida por el gobierno panameño y fue usada por Hay como una bofetada burlona cuando el embajador de Panamá, José Domingo de Obaldía, entregó, el 11 de agosto de 1904, la extensa  protesta formal por la ocupación de los puertos, el establecimiento de Tarifas, Aduanas y Correos en la Zona del Canal, dejando sentadas las razones por las cuales dichas acciones eran violatorias del tratado.

La cínica respuesta de Hay empieza así: “Antes de darle una respuesta oficial me atrevo a preguntarle si sus comentarios fueron escritos tomando en cuenta la nota del señor Bunau-Varilla, fechada el 19 de enero pasado en el tema de la interpretación  de algunos puntos del tratado. Para su conveniencia le incluyo una copia de la misma.”

Aquí empiezan a desvanecerse los sueños de prosperidad de la nueva republica y se inició la lucha por la recuperación de los beneficios de la posición geográfica.

No hubo de parte de los Estados Unidos ningún deseo de que Panamá se beneficiara de la existencia del Canal. Nunca cumplieron con darles participación a los panameños en los trabajos del canal y era ofensivo el desprecio que manifestaban contra nuestros coterráneos. Es impactante leer el libro PRIZE POSSESSION, del profesor inglés John Major, el cual está basado exclusivamente en fuentes de Estados Unidos, incluyendo los archivos de la antigua Zona del Canal, así como también el libro THE CANAL BUILDERS  Making America’s Empire at the Panama Canal,  de  Julie Greene, profesora de historia de la Universidad de Maryland, publicado este año, para darse cuenta del egoísmo, el mal trato, la discriminación y, muchas veces el desprecio de los Estados Unidos hacia Panamá y los panameños.

El egoísmo de la gran potencia llegó a limites increíbles cuando el Departamento de Defensa le pidió al Departamento de Estado y del Tesoro que evitase, a como de lugar, la obtención por parte de Panamá de un empréstito con la garantía de los llamados millones de la posteridad PORQUE PARA LA DEFENSA DEL CANAL A ESTADOS UNIDOS NO LE CONVENIA QUE PANAMA TUVIERA BUENAS VIAS DE COMUNICACIÓN. Se trataba de un proyecto concebido en 1911 para construir una carretera o un ferrocarril que uniera la ciudad de Panamá con la ciudad de David. En ese tiempo la única vía de comunicación existente en el istmo era el ferrocarril entre Panamá y Colón. Es deprimente leer en los anales de la diplomacia norteamericana los esfuerzos y las amenazas del embajador de Estados Unidos en Panamá para cumplir sus instrucciones. Pero esto no fue todo. La historia recoge la oposición de Estados Unidos a un candidato a Presidente porque tenía sangre negra. Allí también se revela la discriminación racial que impusieron en la Zona del Canal y que no fue oficialmente abolida hasta  el tratado Remón-Eisenhower en 1955, aunque como dice Major, fue enseguida burlada por los zonians.

La gran Potencia blindó completamente el acceso de Panamá al mar. Éramos un país sin costas y ni siquiera podíamos construir un ferrocarril o una carretera entre los dos mares ya que en el tratado se arrogaron el monopolio exclusivo de la comunicación interoceánica. Las únicas migajas que nos dieron  fueron las de vender a los ocupantes de la zona nuestros productos agrícolas, aunque aún aquí pusieron enormes trabas. Con el correr del tiempo las protestas de los panameños comenzaron a dar frutos y se logró, aprovechando la política del buen vecino de FD Roosevelt, el tratado Arias-Roosevelt,  de 1936, por el cual  se eliminó el protectorado y el derecho de intervención y acordaron  que ya el Canal estaba construido y que los Estados Unidos no iban a seguir ocupando tierras a su antojo con el pretexto de la construcción, operación o defensa del Canal. También se ajustó la anualidad de $250 mil a $430mil tomando en cuenta el cambio del patrón oro.

En el tratado de 1955 se elevó la anualidad a $1 millón .930 mil, es decir. $1.millón 500 mil adicionales, pero este aumento fue nulificado en parte por la eliminación que exigieron los norteamericanos  del 75% del impuesto de licores en las ventas a la zona del canal. (Representaba $900.00) También renunciaron al monopolio de carreteras y vías férreas interoceánicas.

Al tiempo que Panamá mantenía la presión a EEUU para una mayor participación en los beneficios del Canal y el reconocimiento de su soberanía sobre la Zona,  en el mundo se estaba produciendo una evolución importante hacia el derecho de los países a beneficiarse de sus recursos naturales. Los cambios se notan  en las concesiones petroleras de México, Venezuela y Arabia Saudita y, de mayor interés para Panamá, en lo ocurrido con el Canal de Suez. De una participación ínfima, los países petroleros logran participaciones mayoritarias en los beneficios y lo mismo ocurrió con el Canal de Suez, hasta que finalmente fue nacionalizado por Egipto en 1956 bajó la conducción de Gamal Abdel Nasser.

El 3 de noviembre de 1959 se dio una siembra masiva de banderas panameñas en la Zona del Canal, que provocó serios disturbios cuando intervino la policía zoneíta pero ya la semilla estaba echada y germinó ese mismo año con la declaración de Eisenhower reconociendo la soberanía titular y el derecho a un signo visible, la bandera, en un sitio de la Zona. Nuestra bandera se izó por primera vez, junto a la norteamericana en el triangulo Shaler, al lado de la Asamblea Nacional, en terrenos de la Zona del Canal.

En 1961 el Presidente  Roberto F. Chiari, presionó a John F. Kennedy para un nuevo tratado que eliminase la perpetuidad, reconociese su soberanía total en la Zona y los puertos retornasen  a su jurisdicción, la bandera se enarbolase en los barcos que transitasen  el canal y en todos los sitios públicos  donde se izase la norteamericana.

Un acontecimiento importantísimo que ayudó a la lucha panameña, es la famosa Resolución de diciembre 14 de 1962 de las Naciones Unidas que reconoce la soberanía permanente de los pueblos y de las naciones  sobre sus recursos naturales. Estos acontecimientos provocaron nuevas gestiones de Panamá para que Estados Unidos reconociera y le diera valor a sus derechos como soberano del territorio del Canal.

El 9 de enero de 1964 fue el comienzo del final de la lucha por nuestra independencia total. El heroísmo de los estudiantes del Instituto Nacional, el levantamiento del pueblo sin importarle la agresión de policías y los soldados norteamericanos, los muertos y heridos, la destrucción de bienes materiales  y la protesta ante el mundo del Presidente Chiari al romper relaciones con el Imperio, algo insólito, internacionalizó el problema de Panamá.  Ya los Estados Unidos no pudo  seguir ocultando las inequidades que cometía con Panamá, menos en  medio de la guerra fría en la que ellos representaban el papel del bueno y la Unión Soviética el del  Imperio malo.

Las negociaciones que se inician durante el gobierno de Marco A. Robles culminaron  en tres proyectos de tratados que ya significaban un cambio radical de la posición de EEUU de mantener a toda costa sus derechos a perpetuidad. Se acordaba una fecha para su terminación y una mayor participación de Panamá en los beneficios y  participación en la administración. Se hablaba de un Canal a Nivel que todavía sería administrado por EEUU y de la reversión del Canal de Esclusas a Panamá. Un pero importante era que se mantenía a perpetuidad la presencia militar en Panamá y no devolverían el Canal a Nivel hasta el 2067.

El 11 de Octubre de 1968  es una fecha clave en nuestra historia.  Contrario a lo que afirman sus detractores, la dictadura se convirtió  en la génesis de la democracia panameña. El golpe de Estado fue  consecuencia de un proceso electoral escandaloso en el cual los diputados y concejales fueron nombrados de a dedo y sus credenciales entregadas el día de su instalación.  Hasta esa fecha no había democracia en Panamá porque no teníamos un proceso electoral que garantizara su pureza. El fraude era la palabra de moda.  El primer acto del nuevo gobierno fue nombrar un nuevo tribunal electoral con personas que gozaban de la confianza de la sociedad panameña y una Junta Asesora para redactar un nuevo Código Electoral que garantizara la pureza del sufragio y del  proceso electoral. Esta Junta estaba integrada por verdaderos prohombres, encabezados por una  figura cimera: el jurista Ricardo J. Alfaro.

 Omar Torrijos se convirtió  en el líder del nuevo gobierno. Su meta primordial era la independencia total de Panamá y la recuperación del Canal y de la posición geográfica usurpada.  Para tal objetivo se fijó un plazo: el fin del Siglo .Se rodeó de las mejores mentes, sin importar que fueran de la izquierda o de la derecha. Reformó la sociedad panameña para crear una clase media fuerte. Con los 505 Representantes de Corregimiento le da participación al pueblo en la esfera del poder.  Se preocupó por los Campesinos, por los obreros, por la educación y apoyó decididamente al IFARHU, a la Universidad Santa María la Antigua. La Universidad Nacional necesita competencia, decía.  Comprendió que Panamá es una economía de servicios por excelencia y creó el Centro Financiero Internacional.  Brindó todo su apoyo a los empresarios, a la Zona Libre. Reformó nuestra Marina Mercante Internacional para hacerla mas respetada y para que contribuyese  más a la economía nacional.  Creó el IRHE y promovió las hidroeléctricas previendo el futuro crecimiento del país. El desarrollo es asombroso y el país tiene un nuevo rostro. En lo internacional apoyó los movimientos para acabar con las dictaduras que subyugan y empobrecen a los países de Centroamérica. Restableció las relaciones con Cuba y creó el grupo Contadora para buscar la paz en el área. Poco a poco consiguió el respeto y el apoyo de los presidentes de los países democráticos vecinos: Costa Rica, Colombia,  Venezuela y México. Ayudó a consolidar la independencia de Belice y se ganó el respeto de los países europeos y de los integrantes del tercer mundo. Logró la atención mundial con la reunión del Consejo de Seguridad en Panamá en 1973 en donde Estados Unidos vetó la resolución que reconocía la soberanía de Panamá en todo su territorio. Todo esto era parte de su estrategia para el éxito de  su misión primordial: la independencia total de nuestro país. Torrijos logró  convertir  el tema de Panamá en la causa de América y consiguió el apoyo de importantes países europeos y de Israel, en su etapa preparatoria para el tratado final con EEUU. En el camino se ganó el respeto de Jimmy Carter y varios prohombres norteamericanos, claves para el desenlace final del drama panameño. Convenció a los militares norteamericanos de que el Canal es indefendible y que su protección la garantiza  el cariño que le tienen los panameños. Los convenció también de que para EEUU lo importante no es ser los dueños del Canal sino el poder usarlo.

Si algo influyó en los EEUU para que al fin accedieran a devolvernos el Canal fue el mensaje de Torrijos de que su generación estaba dispuesta a llegar al sacrificio final para conseguir la soberanía total. Torrijos hablaba en serio y ya el mundo estaba debidamente enterado de la iniquidad de la situación de Panamá, por lo que el costo de una futura violencia en Panamá, si se mantenía el status quo, iba a ser muy alto para el prestigio y el buen nombre de Estados Unidos. El haber convencido a las dos terceras partes del senado norteamericano de que hacerle justicia a Panamá valía más que poner en juego su subsistencia política es un fenómeno en la historia que difícilmente se repetirá. Algún día el país reconocerá en Omar Torrijos la figura cimera que fue.

Para lograr todo esto se le confirieron poderes especiales por seis años. No quiso más sino la perfecta democratización del país. Ordenó el repliegue de los militares y esto es tan cierto que no acude al acto de izar la bandera en el Cerro Ancón cuando entraron en vigencia los Tratados. No quiso opacar al Presidente sino que la nación panameña recibiese el mensaje. Se fundó el partido político para competir en las elecciones que se avecinaban, ya con votación directa para Presidente, y el dejó claro que la Guardia no sería beligerante. “Las elecciones hay que ganarlas con Votos y no con Botas”, dijo. Torrijos conocía como nadie el entorno, el universo de los que los rodean. Por eso al hablar de su retiro de la Guardia  hace saber que cuando él se fuese se llevaría a todo su Estado Mayor. No quiere dejar tentaciones y está convencido de que el  país se encuentra ya preparado para una democracia plena.

Su muerte trastocó la hoja de ruta hacia  la democracia. Como él lo preveía, las ambiciones de los Coroneles dieron al traste con la democracia y con la propia Guardia Nacional. El país, admirado por su lucha épica y victoriosa frente al Imperio, se convirtió en un país de opereta. Quedó al mando un Dictador sin otro Norte que el Poder y el dinero y, para colmo,  en planilla de la CIA. Se sentía protegido y creía que  podía hacer lo que le viniese en gana. Convirtió a Panamá en protagonista del escándalo Irán-Contras. Apoyó a éstos, les dio entrenamiento. Todo ello para complacer a la CIA y lograr su apoyo. Es la negación total, la antitesis de Torrijos. Pero el Dictador se envileció. Un crimen horroroso, el asesinato por decapitación  de un querido y muy conocido  médico, es el principio de su fin. La opinión pública norteamericana se colocó en su contra. El Departamento de Estado de los Estados Unidos negocia con él para que abandone el país bajo su protección. No acepta porque se cree protegido por la CIA. Vienen las conspiraciones internas y el dictador se envilece aun más con el asesinato de oficiales golpistas que le habían respetado la vida. Antes de eso el pueblo panameño ya había protagonizado el rescate de la ruta democrática y  decidió sacarlo mediante el voto en las elecciones de Mayo, cuando más del 80% le dio contra. Al percatarse de la catástrofe destruyó, sí, destruyó las elecciones. Se autoproclamó Jefe de Gobierno y provocó la cruenta intervención que hoy recordamos.

Nuestra relación con Estados Unidos no termina con la recuperación del Canal y la salida de su ejército de Panamá. Esta relación se mantiene  no solo con el Tratado de Neutralidad, acuerdo necesario para recuperar pacíficamente nuestra soberanía total y el disfrute de nuestra posición geográfica, fuente de nuestra riqueza  Y es que los Estados Unidos son y seguirán siendo por lo menos por esta generación, la primera potencia mundial. No solo en el campo militar y económico sino también en el cultural y científico. El secreto de su hegemonía son sus grandes universidades que educan a la elite del país sin que el factor económico sea el decisivo. No sólo fueron a la luna hace ya más de 40 años, sino que se siguen ganado la mayoría de los premios Nóbel, en las ciencias y en las artes. Pero, como todo Imperio, pone siempre sus intereses por delante. Esto en  Panamá lo sabemos mejor que nadie. Durante su dominación en el Canal, su egoísmo con Panamá era apabullante. Después de los Tratados Torrijos-Carter, nunca quisieron reconocer ni limpiar los desechos tóxicos de la Isla San José así como tampoco las minas y la contaminación de explosivos en los sitios de la Zona del Canal, que usaban para prácticas militares.  Hoy le tienen la puntería puesta a nuestro centro financiero y a nuestro sistema de sociedades anónimas y usan para presionarnos al Cartel de la OCDE y la no ratificación del TPC. Están tratando de eliminar la influencia de organizaciones mundiales como el FMI y las Naciones Unidas mediante la creación del G20, en donde participan solo países que ellos invitan. Por eso debemos estar preparados y concientes de que la lucha no ha terminado.

Sin embargo, no hay que olvidar que en la sociedad norteamericana existen organizaciones y personas de arraigadas convicciones democráticas y de respeto al derecho de los más débiles. Sin un Jimmy Carter y los 68 Senadores que sin pensar en su reelección prefirieron el riesgo político de hacerle justicia a Panamá, la historia hubiera sido muy diferente. En la transición del Canal a Panamá, fue clave la actuación del entonces Secretario del Ejército y Presidente de la Junta Directiva del Canal norteamericano, Joe Reeder, para poner a los zonians en su lugar.

Lo que yo quiero destacar esta noche es el común denominador en la lucha de todas las generaciones, desde los Próceres hasta Omar Torrijos, incluyendo a Guillermo Endara, para lograr la independencia total y la recuperación de su gran riqueza, la posición geográfica usurpadas ambas por la gran Potencia militar y económica. Ese común denominador, el que guió a los próceres para no claudicar ante las amenazas de devolvernos a Colombia y que obligó al Presidente Teodoro Roosevelt a enviar a Panamá a su Secretario de Guerra y luego Presidente, William H. Taft a firmar un modus vivendi con Panamá; el que inspiró a Harmodio Arias a exigir y lograr que Estados Unidos no siguiera haciendo lo que le daba la gana en Panamá con el pretexto de la construcción y defensa del Canal; el que inspiró al Presidente Remón a gritar “Ni Millones ni Limosnas, queremos Justicia”;  el que impulsó a los patriotas  encabezados por Aquilino Boyd y Julio Linares a la siembra de banderas en la Zona Colonial; el que vibró en los corazones de esos Mártires de Enero y sus compañeros Institutores para llevar nuestra enseña sin importar el enfrentamiento con una policía colonial; el que guió a los miles de panameños en Panamá y Colón a invadir la tierra usurpada sin importarle las balas del ejercito norteamericano; el que guió a Roberto F. Chirari a romper relaciones con la gran Potencia;  el que guió a Omar Torrijos a culminar la lucha generacional y ponerle fecha de nacimiento a nuestra independencia total, a la entrega de nuestro Canal, a la salida de las bases que ocupaba el ejército mas poderoso del mundo; el que iluminó a Guillermo Endara para negarse a  negociar bases militares, luego de la cruenta intervención que lo puso en la Presidencia, ese común denominador señores, se llama DIGNIDAD y ésta debemos mantenerla siempre como norte en cualquier negociación o enfrentamiento con los poderosos.

Retornando al aniversario  que nos reúne hoy aquí, debemos aprovecharlo para solicitarle al Gobierno Nacional que de una vez por todas identifiquemos a nuestros muertos y que esta tarea se incluya como uno de los objetivos del próximo censo y recordar así que también ellos derramaron su sangre para perfeccionar nuestra independencia.

Sus nombres deberán grabarse con buril de fino acero en un muro rodeado de un parque para que el 20 de diciembre de cada año, no solamente sus familiares, sino toda la ciudadanía, les rinda el homenaje que se merecen,  tanto los que fueron victimas desprevenidas como los que lucharon contra la intervención.

Nuestra historia, como las de muchos de los países que forman parte de este hemisferio, está plagada de hechos que atentaron contra nuestra soberanía, con intervenciones, anexiones territoriales, bloqueos e invasiones. Lo importante es que la fortaleza de nuestros principios, la lucha por la identidad nacional, teniendo como base nuestra dignidad y orgullo de panameños, y la defensa de los valores con los que crecimos y en los que creemos, son elementos que nos unen e identifican en la construcción  de un destino promisorio. Este será el legado que dejaremos a las próximas generaciones.

Muchas gracias.

Eduardo Morgan Jr.

10 de diciembre de 2009

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